lunes, 13 de diciembre de 2021

Oscura Historia


 

OSCURA HISTORIA

Como todos los días, a las siete de la noche,  Edgardo Abreu llegaba al bar La Estrella, situado en una calle céntrica de la ciudad. Se sentó en la barra y pidió un Whisky barato con hielo. En el bar estaban sentados en dos mesas, cuatro personas. Abreu no se interesó por ninguno de los clientes del bar. Bebería varias copas de whisky hasta sentirse “bien” y se iría para la casa. No soportaba por mucho tiempo la música alta que se escuchaba por los altavoces.

– Señor, ¿Le pongo otra copa? –le preguntó el camarero a Edgardo que se encontraba  recostado al mostrador, como si estuviera dormido y con la copa vacía en una mano.

– Señor, ¿Me escucha? –repitió de nuevo el camarero y lo movió por el hombro.

Edgardo cayó al suelo. Estaba muerto con una herida de bala en la espalda a la altura de la parte superior del pulmón izquierdo.

La policía llegó de inmediato, revisó el cuerpo tomó declaración y los datos personales de cada uno de los presentes. Nadie se había movido de sus asientos desde que llegó la víctima y el camarero no había salido de la barra. Tampoco no había entrado nadie y las ventanas estaban cerradas porque el local tenía aire acondicionado. Ninguno portaba arma. ¿Cómo lo asesinaron? Se preguntaba el Inspector Pelly.

Ninguno de los presentes en el bar podían salir de la ciudad y tenían que estar localizados, mientras el Inspector buscaba información de ellos y esperaba el resultado de la autopsia. También buscó información sobre Edgardo Abreu.

El occiso tenía 52 años, natural de esa ciudad y vivía en un barrio del sur. Arrestado y condenado por una muerte imprudente. Cuando tenía 18 años tuvo una discusión con un compañero del Instituto que se convirtió en una pelea en la que su adversario cayó sobre un trozo de hierro puntiagudo, causándole la muerte. Fue condenado a 20 años. Al salir se mudó a dos calles del bar. Trabajaba de custodio en un almacén.

El camarero, 25 años, natural de la ciudad, nunca había tenido problemas, vivía desde niño en el mismo barrio.   

De los clientes, dos tenían antecedentes penales por robos menores y los otros dos estaban “limpios” Los cuatros vivían cerca del bar, pero uno de ellos, el que estaba sentado solo en una mesa, vivió en el mismo barrio donde vivió Abreu.

El informe de la autopsia decía que Edgardo Abreu había muerto de una hemorragia interna pulmonar provocado por una herida de bala. Balística informaba que se trataba de una pistola calibre 38 disparado a una distancia de un metro aproximadamente y la trayectoria indicaba que había sido disparada desde atrás y un poco a su derecha.

Las investigaciones del equipo del inspector se centraron en los dos hombres con antecedentes penales. Sin embargo no había nada que los vinculara con la víctima. De pronto, la investigación dio un giro cuando Pelly descubrió que había alguien que tenía motivos para asesinar al señor Abreu. Además, ordenó un registro exhaustivo del Bar pues la pistola tenía que estar escondida allí.

El arma fue encontrada dentro del tanque de la taza del inodoro. Se encontraron huellas digitales y el proyectil extraído del cuerpo de la víctima coincidía con el arma encontrada.

El Inspector reunió a los presentes, en el momento del asesinato y los interrogó por separados. Luego les pidió que se sentaran en la misma posición en que estaban todos.

– Ustedes tres, estaban hablando de una fiesta a la que habían asistido y ninguno se levantó de la mesa desde el momento en que llegó la víctima –dijo dirigiéndose a los que estaban sentados en una de las mesas.

– Usted, señor Cobos, estabas leyendo el periódico. Sabemos que usted lee hasta la publicidad, según nos ha informado. Tampoco se levantó de la mesa –esta vez sus palabras iban dirigidas al que estaba sentado solo en otra mesa.

– Marcos, nos ha dicho que usted conversaba con el señor Abreu, pero nos omitió que había ido al baño. ¿No es así?

– Es normal. Cuando no tengo mucho trabajo reviso el baño por si falta papel higiénico, gel o si está limpio.

– Es normal, pero en esta ocasión usted fue por otra cosa. Para  esconder el arma con la que había cometido el asesinato.

– ¡Eso es absurdo! No tenía motivos para hacerlo.

– Eso creímos. Investigando supimos que usted fue adoptado con seis meses de haber nacido. Su padre, un joven de 19 años resultó muerto en una pelea. Su madre, ante el dolor y la incertidumbre de desamparo con un bebé, decidió darlo en adopción y después se suicidó. Usted no sabía esa historia y siempre creyó que sus padres eran los que lo habían adoptado mientras fue pequeño. Un día, su cliente, borracho como una uva se lo confesó sin saber que usted era hijo del compañero fallecido. Por varias conversaciones que había escuchado entre sus padres sabía lo de la adopción y comenzaste a averiguar hasta que pudiste comprobar que el culpable de la muerte de tus padres venía todas las noches a beber a tu bar. Esa noche cogiste la pistola y al pasar por su lado, le disparaste. Seguiste para el baño donde la escondiste.

– Nadie escuchó ningún disparo. Puedes preguntarle.

– Nadie escuchó el disparo por tres razones. Primero, estaban entretenidos. Segundo, ese día usted tenía el volumen del equipo de audio más alto que nunca y tercero, la pistola tiene un silenciador acoplado y un paño para recoger el casquillo. A esto hay que agregarle que disparaste a través del interior de un rollo de papel higiénico apoyado en su espalda. Marcos Gutiérrez, queda usted detenido por el asesinato de Edgardo Abreu.

 

FIN

 

Pcfa

 

 

 

 

 

 

 

 

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