miércoles, 11 de julio de 2018

Taguay


                                                             TAGUAY

              
   Hace mucho tiempo, cuando aún las carabelas de Colón no habían surcados el Mar de las Antillas, existía un asentamiento aborigen cerca de la llamada Playa Bibijagua. Sus habitantes fueron conducidos por su Jefe Taguay desde la costa sur hasta allí. El Jefe indígena había tomado esa decisión buscando tierras fértiles y aguas mas tranquilas para ejercer la pesca.
   Un día una canoa con dos nativos a bordo fueron atrapados por un enorme tentáculo que los arrastró hacia el mar profundo ante las miradas atónitas de varias mujeres ni niños que se encontraban ahumando pescado en la playa.
   A los pocos días del suceso volvió a ocurrir lo mismo con otros pescadores y así cada tres o cuatro días, ocurría una desgracia similar.
   El pueblo comenzó a exigirle a su Jefe que buscara una solución y entonces, una noche, Taguay subió hasta el Cerro mas cercano y estuvo toda la noche meditando.

        Al amanecer, bajó de la loma y reunió a todo el pueblo en el lugar acostumbrado a realizar las asambleas de la aldea y comenzó a hablarles:
   “ Querido pueblo: los he traído hasta aquí con la idea de vivir en paz y felicidad y actualmente algo externo, sobrenatural, desconocido, nos está destruyendo. Un pueblo que vive bajo la amenaza, el terror y la falta de libertad para desarrollar sus labores, no puede ser feliz. Además, esa situación trae consigo recelos, acusaciones y otros defectos. Voy a destruir al monstruo y necesito la ayuda de ustedes”
   Cuando terminó de hablar llamó a los hombres y les explicó lo que necesitaba para exterminar a ese Dios maligno que surgía del mar.

       A la mañana siguiente, Taguay se despedía de su pueblo, llevando en la canoa una gran bolsa confeccionada de piel de grulla llena de hojas y ramas trituradas. Apenas había remado unas decenas de metros cuando surgió el tentáculo que lo arrastró hacia el fondo del mar.
   Al siguiente día, los nativos vieron una gran mancha negra que se aproximaba a la costa y en segundos, cubría toda la arena. Se dieron cuenta de que el guao había reventado el monstruo y que el agua negra era la tinta del octópodo, último recurso para defenderse.

    Desde entonce la playa de Bibijaguas es negra y en honor al gran cacique Taguay que ofrendó la vida por su pueblo, dibujaron la cruz gamada en la cueva de Punta del Este.

pcfa
     

      

El Taxista


                                                    El Taxista

El Taxi y  el autobús son los medios de locomoción con mas historias contadas. El tren,  avión y  barco también tienen historias, pero menos populares. Leyendo una historia contada por Kika Sureda me vino a la mente la época en que conducía un taxi allá en mi tierra natal.

  La Empresa necesitaba recaudar dinero para cumplir su Plan y nos dio la opción a los mecánicos, de conducir taxis fuera de nuestra jornada, una vez que los taxistas terminaran su horario, o sea, por la noche.

  La noche es el período más complejo de un día de veinticuatro horas. Pues en este horario ocurren cosas buenas y malas. Los novios contemplan la luna, las citas románticas ocultas, los cines, los bailes y además, cuando llega la madrugada, miles de litros de alcohol de distintos grados, se vacían.

  Esa noche, había recorrido trescientos metros de la Base, cuando un individuo hace señas para que lo recoja.. Apenas lo observé, antes de estacionar frente a él, enseguida pensé: “Se me jodió la noche”. Detuve el taxi y aquel hombre parado frente a la puerta, no entraba.

─ ¿Señor, no va a entrar?

─ No encuentro por donde se abre la puerta

 Salgo del auto y le abro la puerta. Entró sin mirarme, sin dar las gracias y sin poner el pie dentro del auto, cayó a la larga en el asiento trasero.

─Amigo, ¿Para dónde vá?

─ ¡Allá! ¡Dale pallá! – y levantaba el brazo y lo dejaba caer.

  Me siento al volante y cuando voy a poner en marcha el taxi oigo un ruido extraño. Miro para atrás y me doy cuenta que es el pasajero roncando. Pensé sacarlo del taxi por cualquier método, fuera convencional o sofisticado. No había abierto la puerta del conductor cuando oigo otro ruido. ¡El hombre vomitaba en abundancia! Me puse las manos en la cabeza cuando escucho una andanada de pedos que me hicieron salir a gran velocidad del auto. ¡Seguro se ha cagado!, pensé.

  Lo halé por los pies al tiempo que le gritaba: “¡Fuera de aquí, asqueroso!” Entonces como si hubiera resucitado, se levantó y me dijo: ¿Cuánto te debo?  Extrajo su billetera y me tiró en el suelo un billete de veinte pesos.

  Se limpió la cara con la parte de debajo de su camisa blanca y me dijo:

─ Me quejaré a la Empresa por no saber tratar a los clientes, por no saber la ruta de destino y por asqueroso.

 Le puse el retroceso al auto hasta la planta de fregado de la Base.

 Salí cabreado y a unos trescientos metros me encuentro al hombre acostado en medio de la vía. Pensaba seguir mi camino pero la conciencia me hizo acercarme y decirle:

─Amigo, salga de la vía. Lo van a tropellar. –respondió, sollozando.

─No me importa morir. Había bebido y gastado el dinero del sueldo, pero dejé veinte pesos para comprarle comida a mis hijos y se los dí a un taxista comemierda que no sabía conducir, ni conocía el pueblo ni un carajo.

 Eso fue una noche. Todas las noches tenían historias similares.

(pcfa)