miércoles, 9 de diciembre de 2020

Amigos (Poesía)


 

                            AMIGOS

              No sé porque dicen que somos amigos.

Será porque coincidimos muchas veces

en el camino recorrido hace meses

y que sin pensar llegamos al destino.


Será porque tropiezan nuestras miradas

y sin querer intercambiamos sonrisas

o  porque en ocasiones nos damos prisa

en esta ciudad de gente atribulada.


Puede ser que nos han visto en el portal,

así  las casualidades de la vida,

del edificio en la entrada y la salida

coincidimos varias veces al entrar


O será porque un día te dí la llave,

te invité a un café con intención sana.

Terminamos acostados en la cama,

pero sabemos que eso, nadie lo sabe.

 

Pcfa

 

 

lunes, 7 de diciembre de 2020

El Horno


 

                                EL HORNO

 

Perico vivía en el campo, sólo, en una choza adornada por su pobreza. Se ganaba la vida limpiando los campos de marabú y luego hacía los hornos para vender carbón. Era muy joven, porque joven quedó huérfano y sin otra familia. No sabía de fiestas ni de alegría porque eso no llegaba a su corazón solitario.

Cada cierto tiempo, Perico transitaba las calles del pueblo vendiendo carbón en una caretilla. No sabía que Matilde, una jovencita muy hermosa, se había fijado en él.

Matilde, desde su ventana, observaba a Perico cuando pasaba frente a su casa. Ellos no necesitaban carbón ni tenía idea de cómo conversar con él.

El destino es imprevisible y nadie sabe la sorpresa que nos puede dar. Podemos decir destino o casualidad, pero también podemos decir que es una causalidad, lo cierto es que nunca sabemos lo que nos depara el futuro como quieras que se vista.

Perico tenía como medida para la venta, una lata vacía de aceite. Estaba despachando una lata, precisamente en la casa frente a la de Matilde, cuando la tierra comenzó a temblar fuertemente. Las casas de tablas resistían, pero la de Matilde, una casa fuerte de cemento se vino abajo ante sus ojos. Corrió hacia la casa para socorrer a la familia. Logró sacar de los escombros, mal heridos, a los padres de la joven. No sabía que ahí vivía una joven que estaba enamorada de él.

Pasó el tiempo y un día, vendiendo carbón por las calles, se le acercó una joven.

–¡Hola! Quisiera darle las gracias.–Se volteó y entonces vio los ojos más lindos que había visto en su vida. Apenas podía hablar.

–Gracias por salvar a mis padres –añadió ella.

Ese día comenzó una relación hermosa entre los jóvenes. Ella se fue a vivir con él a la choza y le ayudaba hacer carbón.

Con el tiempo, el enfermó. Le dejó una nota a su mujer que decía: “El fuego que hay en mí, es el fuego del amor. Mi cuerpo no resiste, pero quiero que sepas que seguiré dando luz. Por favor, cuida el horno”

Matilde se quedó sola, pero cumplió con lo que su marido le había dicho. Hizo el carbón y lo vendió. Entre los “siscos”, como se le decía a los pequeños carbones que quedaban cuando se sacaba todo el carbón, aparecieron huesos humanos que ella recogió y los guardó en una caja hasta su muerte.

 

Pcfa

 

 

El Hombre, el Plomo y la Piedad


 

                     El Hombre, el Plomo y la Piedad

 

Aquel hombre, junto a un grupo de soldados, llevaba días resistiendo el asedio del enemigo. El pueblo estaba destruido, la comida escaseaba y el agua tenían que buscarla al arroyo que pasaba frente a ellos, pero el espacio que los separaba, barrido constantemente por la metralla del enemigo.

En un sótano, varios civiles rezaban porque aquel martirio terminara, entre ellos una niña de unos tres años y su gatico Tobi.

El hombre miraba aquella escena, en los momentos de calma, y le venía a la mente su niña. Ella estaría a esas horas esperándolo con su gatico en brazos.

Aquella mañana el cielo estaba nublado y los disparos de los cañones eran pausados. De  vez en cuando se intercambiaban algunos disparos y ráfagas de ametralladoras.

De pronto el hombre vio como el gatico se desprendió de los brazos de la niña y salió fuera del refugio en dirección al arroyo. La niña inmediatamente salió corriendo detrás de él. Comenzaron a gritarle a la niña para que regresara y fue entonces cuando aquel hombre salió en su búsqueda. Varios disparos salieron del enemigo mientras la niña se agachaba a recoger a su mascota. El hombre llegó a ellos en el momento en que una bala lo derribaba al suelo. Los disparos cesaron. El hombre, con mucha dificultad se pudo levantar y cogiendo a la niña por un brazo comenzó a andar hacia el refugio, todo se le nublaba la vista mientras la niña en su inocencia acariciaba con cariño al animal. Estaba claro que el hombre caería en cualquier momento, bien por su gravedad o por un disparo de un francotirador enemigo, pero lo cierto fue que salieron soldados de ambos grupos rivales y ayudaron al hombre y a la niña a llegar a su posición, luego los soldados se saludaron y cada uno volvió a su trinchera.

Dicen que ese día no hubo mas disparos. La niña con su gatico observaba como enterraban a aquel hombre que no conocía.

 

Pcfa

 

 

Jazmin


 

                      Jazmin

 

De Amacayacu a Santa Marta

De Buena Ventura hasta Atabapo

Solo he visto un jazmín, como no he visto alguno.

Las orquídeas se sorprenden ante tanta belleza

Y el cóndor vuela hasta una cima para disfrutar de ella.

La guacamaya y el tucancito bailan al ritmo de la carraca,

Del tiple y de la marrana un pasillo violao o tradicional

Mientras, lindas colombianas con sus vestidos de colores

Van por el llano y el monte buscando al hermoso jazmin.

Llega el caminante, forastero amante del ron y el café

Le han hablado de orquídeas, petunias, las rosas y el copihue,

Pero hay una fragancia que le ha llegado a través del mar

que el extranjero no puede encontrar.

Ha recorrido los picos de Sierra Nevada,

Los ríos Cauca, Magdalena, Orinoco y Sinú.

Ha descansado junto a la laguna de Iguaque

Y navegado por toda la orilla del lago de Tota.

Hasta que una voz le dijo: “Eres tú.

No busques el jazmín que puede ser tu corazón,

Puede ser tu alma en una flor.

Y así, aquel forastero volvió al mar

Y sembró su propio jazmín.

Desde entonces esa flor, es su amor.

 

PCFA

 

 

 

 


La Muerte de Benjamín


 

                         La Muerte de Benjamín

 

 

El Inspector Estévez llegó a la vivienda. Un vecino había llamado a la policía informando que Benjamín estaba en el suelo ensangrentado.

– ¿Usted dónde vive? –le preguntó al señor que había notificado el accidente.

– En aquella casa, Inspector. –dijo señalando una vivienda a unos trescientos metros del lugar.

– ¿Lo visitaba mucho?

– ¡No! Es que estaba echando comida a los cerdos cuando escuché disparos. Miré y vi a dos hombres que salieron de la casa. Entonces vine y lo vi.

 – Últimamente había tenido visita?

– Sí, de vez en cuando venía un hombre.

– ¿No puede describirlo?

– Imposible. Siempre lo miré desde lejos

El Inspector observó la escena detenidamente. Sin lugar a dudas, buscaban algo. El forense le informó que la víctima había sido golpeada en el rostro y que los asesinos le dispararon desde muy cerca y supuestamente la víctima se encontraba sentada en el suelo. Le llamó la atención que una de las patas de la mesa del comedor, le faltaba la tapa que se ponen para que no hagan ruido o marquen el piso cuando se arrastra. Ordenó a los técnicos que buscaran huellas en esa tapa y en la correspondiente pata de la mesa, entre otros lugares. Tendría que saber quién era ese “amigo” que lo visitó varias veces.

Al siguiente día a Estévez lo llamaron de la Sección Criminalista de la Policía Provincial y viajó a la capital.

Sentado en una cafetería, cerca del edificio de la Policía Provincial cuando escuchó una voz.

– ¡Manuel Estévez!

– ¡Amigo, Fermín! ¡Cuánto tiempo sin vernos! Te invito a un café.

– Me acabo de enterar que te propusieron trabajar aquí con nosotros.

– Sí, pero les dije que hasta que no resuelva el caso que tengo.

– También tengo un caso un poco complicado.

– ¿Se puede saber?

– Sí, se trata de un hombre y su hermano que fueron hallados sus cuerpos mutilados. Hemos seguido los pasos que ha dado últimamente y al parecer no estaba en nada bueno. Pudiera ser un ajuste de cuentas. Su hermana no le veo nada sucio. Me podrías ayudar porque el hombre viajó en avión, tres veces a tu pueblo.

– Vendría bien que me facilitara algunas fotos.

– ¿Conoces a este señor? –dijo mostrándole una foto de Benjamín.

– No, pero me puedo quedar con ella y miraré en los archivos.

 

Al llegar al aeropuerto de su pueblo, le enseñó las fotos que le dio su colega a varios trabajadores y a algunos taxistas. Uno de ellos lo reconoció y describió al hombre que venía a recogerlo. El hombre era Benjamín. No cabía duda que había una conexión entre la muerte del hombre que investigaba su amigo y esta otra muerte. Probablemente serían los mismos asesinos.

Las huellas encontradas en la casa de Benjamín, correspondía a un individuo que estaba siendo seguido por la Sección de Narcóticos. Por los datos brindados por agentes infiltrados en la red, se supo la identidad del cabecilla.

Se supo en el juicio que Paul estaba en esa red, pero su misión era lavar el dinero obtenido de la droga. En lugar de eso se lo entregaba a su amigo Benjamín para luego  alegar que se lo habían robado. Los delincuentes no le creyeron y lo torturaron y al no tener resultados torturaron a su hermana y entonces él reveló el lugar donde se encontraba el dinero.

 

 

UNOS MESES ANTES:

 

– ¡Hola Benjamín! Voy a visitarte. La semana próxima volaré hacia allá

– ¡Muy bien, Paul! Me alegra mucho. Ya verás lo bien que lo vamos a pasar.

Paul había llegado al aeropuerto y allí estaba su amigo esperándolo, Se abrazaron y tomaron el auto conducido por Paul. A la media hora llegaron a la finca de su anfitrión.

El primer día conversaron sobre el lugar y las pocas familias de ambos. El segundo día, Paul le propuso a su amigo un negocio no muy claro. Sería receptor de dinero negro. Benjamín se negó. Vivía muy tranquilo y no quería problemas, pero al final se dejó convencer por tiempo limitado. Nadie podía saber de ese dinero. Tres veces seguidas, Paul visitó a Benjamín y siempre le entregaba una sustancial cantidad de dinero que guardaba en la pata hueca de una mesa de madera.

Pasaron los meses y su amigo no venía y entonces decidió llamarlo para ver que sucedía. No contestó. Llamó a una hermana y tampoco contestaba. Al cabo de un tiempo vio en la Televisión, la noticia del encuentro de los dos cuerpos. No sabía que hacer con ese dinero, pero trataría de buscar algún pariente de su amigo para entregárselo.

Un día tocaron a la puerta, abrió y fue empujado bruscamente por un individuo de complexión fuerte. Le acompañaba otro señor. Benjamín protestó por la forma brusca en que habían entrado y fue derribado por un fuerte puñetazo en pleno rostro. Se quedó sentado en el suelo observando como los dos individuos registraban la casa. Cuando no quedaba nada por registrar se dirigieron a él.

– ¿Dónde está el dinero?

– No sé nada de dinero.

– Tu amigo te traía el dinero para que lo guardaras. Así que no te hagas el bobo y dime donde está. –dijo apuntándolo con una pistola.

Pensó que su amigo y su hermana muerta no necesitaban ese dinero y podía salvar su vida, así que le señaló el lugar donde estaba. Su cómplice, viró la mesa, se quitó el guante  y sacó la tapa de apoyo. Efectivamente, viró nuevamente la mesa y según la sacudía, salían los rollos de billetes. Una vez recogido todo el dinero le dispararon tres veces a Benjamín y se marcharon.

 

Pcfa