viernes, 8 de febrero de 2019

Memory Duende








                                                                     Memoria



Todos tenemos un duende en el cerebro. Es un duende que le llamamos Memoria. Al duende mío le puse Memory Duende. Como los de ustedes, suele ser sabio, juguetón, reflexivo y también le gusta fastidiar, a veces poco y a veces mucho.

Yo no sé si el de ustedes será como el mío. Memory Duende me hace cada bromas que me irritan y si me enfado con él, peor. Como por ejemplo el día que un amigo me saludó efusivamente y yo no me acordaba quién era. Le dije: Por favor Memory, ayuda-me y lo veía en mi mente rodeado de neuronas, riéndose como un loco. Disimulé lo mejor que pude para que el amigo no se diera cuenta que no lo recordaba. En varias ocasiones intercede para que se me olvide lo que voy a comprar y luego, cuando estoy en la casa, el muy desgraciado, se ríe y me lo recuerda.

Pero el otro día quise burlarme de él. En el cuarto de baño quedaba un solo rollo de papel sanitario. Varias veces fui a comprar un paquete de doce rollos como hago siempre y Memory me hacía olvidarlo. Viendo que se había terminado, cogí el tubo de cartón y lo puse en el salpicadero frente al volante. Luego en el Mercado, lo llevaba en el bolsillo de la camisa para sentirlo, Así pude comprar el paquete, ¡Había jodido a Memory Duende!

Esa noche tuve necesidad de sentarme en la tasa y me reía porque había fastidiado a Memory. Fui a limpiarme y… ¡Maldición! El paquete se había quedado en el maletero del auto. Yo casi llorando veía a Memory riendo a carcajada hasta enredarse con todos los circuitos de mi cerebro.



pcfa



 


jueves, 7 de febrero de 2019

La Aparición





                                              La aparición



En los campos de muchos países existen múltiples leyendas y cuentos sobre apariciones. Cuba no es la excepción, aunque con los años han mermados quizás por que ahora hay más luces y más vivos.

 Antolín era de esas personas que, aunque su nivel de escolaridad era tan bajo que no llegaba al pupitre, no creía en esas historias y gritaba a los cuatro vientos que ojalá, una noche se le apareciera un difunto.

 Una noche; Antolín venía de una casa donde se estaba celebrando un velorio de santos, una actividad religiosa donde se veneraba a determinado santo, cuando divisó una luz en medio de la guardarraya. Se trataba de una señora con una capucha que no le dejaba ver el rostro. Con un brazo sostenía a un niño y con la otra una lámpara confeccionada con una botella y una mecha.

̶ ¿Necesita algo? -preguntó. La señora no contestó, dio la vuelta y se introdujo en el cañaveral.

̶ ¡Señora! 

 Se quedó sorprendido. ¿Qué podía hacer? Siguió llamándola y tratando de convencerla para que saliera y le contara que le pasaba, pero sin resultado. Sintió un ruido a unos cincuenta metros de donde se encontraba y vio como un hombre salía del cañaveral portando un machete en la mano. Quiso salir a todo galope de allí, pero el caballo no se movía. El hombre llegó hasta a él.

̶ ¿No ha visto una señora con un niño en brazos? – preguntó el hombre con una voz temblorosa y gutural.

̶ Si, cogió por ahí. Entre las cañas y llevaba un niño en brazo.

 El hombre penetró en aquella plantación de caña y se hizo un silencio absoluto. Estuvo unos minutos atento a cualquier ruido. Al final siguió su camino acompañado por aquellos extraños personajes en su mente.

 Al llegar a la casa se extrañó de que sus padres, de muy avanzada edad, estuvieran aún despiertos.

̶ ¡Eh! Ese milagro despierto a estas horas. -dijo extrañado.

 Su madre se acercó y muy apenada se acercó a Antolín.

̶ ¡Hijo, ha ocurrido una desgracia!

̶ ¿Qué ha sucedido mamá?

̶ Vicente se volvió loco y le dio varios machetazos a la mujer, pero ella pudo salir corriendo con el niño y se escondió en el cañaveral. Gualquíria me dijo que encontraron los cadáveres de los tres, en la guardarraya. Él se mató después de matar a la mujer y el niño.

 A partir de esa noche, Antolín creyó en las apariciones.





Autor: Pedro Celestino Fernández Arregui