LOS INSURGENTES
El
hombre tomó en sus manos el papel y lo leyó. “# 11: Debes lanzar un coctel Molotov contra la Oficina del Partido Patria,
situado en la calle Hornos. Ahora destruya la nota con fuego.” Tenía miedo.
Nunca había hecho nada en contra de nadie y mucho menos contra algo que
representaba al Estado. Sabía que había que usar la fuerza para derrocar el
Gobierno que tenía sumido al país en una cruel tiranía.
Eran las diez de la noche cuando preparó
su botella con gasoil. Esperó, algo nervioso que fueran las 12 de la noche,
para dirigirse al lugar del ataque.
El
custodio, sentado en una silla, leía un periódico bajo una luz tenue. El local
completamente oscuro y la mayoría de los vecinos, dormían. Se encontraba a unos
cincuenta metros ocultándose junto a unos contenedores de basuras. El vigilante
dobló el periódico, se puso de pie, tomó el fusil y caminó por un lateral del
local hasta perderse de vista. Fue entonces que el hombre prendió la mecha,
salió corriendo, lanzó la botella y regresó rápidamente a los contenedores. El
ruido producido y las llamas hicieron que acudiera el custodio y algunos
vecinos encendieron las luces de las casas. El custodio no podía entrar para
llamar por teléfono a los bomberos y comenzó a gritar pidiendo ayuda. Algunos
vecinos traían cubos de aguas y la lanzaban al fuego hasta que llegaron los
bomberos. La acera de enfrente estaba llena de curiosos. Entre ellos.
Visiblemente cansado y sudado, uno de los que había llevado cubo de aguas, el
saboteador.
Sentado en el suelo recostado a la pared
de un calabozo mal ventilado, estaba un prisionero, Sintió abrirse la puerta y
vio entrar a dos militares. Después llegó otro uniformado con dos sillas, las
colocó una frente a otra y ordenaron al
prisionero que se sentara en una.
— ¿Cómo
te tratan? Seguro que muy bien. Vamos a conversar —dijo sentándose frente al
prisionero. ¿Por qué hiciste eso? ¿No te diste cuenta que alguien observó tus
movimientos y luego para disimular te uniste a los que estaban ayudando a apagar
el fuego? No puedes decir que no fuiste tú. Lo que quiero saber es por qué lo
hiciste y quién te mandó.
— Porque
les tengo odio. Por eso lo hice. A mi padre ustedes lo condenaron acusándolo de
pertenecer a la C.I.A. por haber gritado abajo el General y el Partido Patria.
Ustedes sabían que no pertenecía a nada y que gritó eso porque lo tenían
obstinado. No le daban trabajo, no le daban ningún tipo de ayuda por sus ideas
contrarias a ustedes. Me lo ordenaron, Los Insurgentes.
En una oficina, lejos de allí, un grupo de
oficiales sostenían una reunión.
— Tenemos
que acabar con ese Grupo que se hace llamar “Los Insurgente”. Ciento cuarenta
sabotajes en todo el País en apenas dos meses. Eso sin contar las pintadas en
muros y paredes en contra del General
— Coronel
hemos cogido a cinco.
— Como
si cogen mil. El problema no es encarcelar gente. El problema es eliminar ese
Grupo. Hay que hacerlo como sea. El pueblo quiere una respuesta de nosotros y
tenemos que darla. Nadie puede hacer que nuestra Patria sea mancillada por
terroristas pagados por la C.I.A. Si no los eliminamos, llegará el momento en que comiencen a atentar con las vidas de
nosotros. ¿Entienden?
— Permiso,
Coronel. El problema es que ninguno de ellos conocen a los integrantes de esa
banda y mucho menos, su Jefe. Es una organización como una escalera, donde el
de arriba solo conoce al primer escalón, el primero conoce únicamente al
segundo escalón y así sucesivamente, pero los escalones inferiores no conocen
quienes son los de arriba. Utilizan distintos medios para y recibir y enviar
órdenes. Tienen un sistema de verificación de los nuevos ingresos para
determinar el grado de confiabilidad y la captación de nuevos integrantes lo
hacen a través de mensajes de distintos tipos y por distintos medios.
— ¡Explíqueme
eso, Capitán!
— Te
invitan a pertenecer a ellos pasando una nota por debajo de la puerta, dejando
una nota en un bolsillo, al parecer cuando viajan en autobús, caminando por una
acera, etc. Después te dan un número y
letra que suponemos sea su identificación, ordenan hacer cualquier cosa por el
mismo método y así una vez que ven que eres fiel a ellos, te siguen ordenando
tareas, pero jamás llegan a conocer a ningunos de sus integrantes. Ordenan
quemar los papeles donde están escritas las orientaciones. Hemos logrado que
captaran a algunos de los nuestros y quemó otro papel para poder mostrarnos a
nosotros el original. Son escritos con lápiz y cada letra varía en tamaño,
inclinación y en forma. Los signos de puntuación son distintos. Todo eso lo
hace difícil para el grafólogo. Los mensajes van escritos en cualquier cosa, un
pedazo de cartón, un papel blanco o de color, el reverso de una etiqueta, pero
la mayoría, están escritas en pedazos arrancados de nuestra publicidad.
Suponemos que hay un jefe a nivel nacional y uno en cada provincia. Suponemos,
todo es suposición, que esos jefes conozcan al principal, pero ningún otro miembro
conoce a sus jefes.
Cuando
el Coronel se disponía a realizar otra pregunta una fuerte explosión hizo
encorvarse a todos los presentes y todo el local se convirtió en un terrible
horno. Algunos oficiales y el Coronel pudieron salir de las llamas y fueron
hospitalizados. Dentro quedaron algunos cadáveres carbonizados.
El
sabotaje fue adjudicado al Grupo Los Insurgentes y dado a conocer por los medios de difusión masiva.
Autor:
Pedro Celestino Fernandez Arregui