miércoles, 29 de enero de 2020

Los Insurgentes




                                   LOS INSURGENTES


El hombre tomó en sus manos el papel y lo leyó. “# 11: Debes lanzar un coctel Molotov contra la Oficina del Partido Patria, situado en la calle Hornos. Ahora destruya la nota con fuego.” Tenía miedo. Nunca había hecho nada en contra de nadie y mucho menos contra algo que representaba al Estado. Sabía que había que usar la fuerza para derrocar el Gobierno que tenía sumido al país en una cruel tiranía.

Eran las diez de la noche cuando preparó su botella con gasoil. Esperó, algo nervioso que fueran las 12 de la noche, para dirigirse al lugar del ataque.

El custodio, sentado en una silla, leía un periódico bajo una luz tenue. El local completamente oscuro y la mayoría de los vecinos, dormían. Se encontraba a unos cincuenta metros ocultándose junto a unos contenedores de basuras. El vigilante dobló el periódico, se puso de pie, tomó el fusil y caminó por un lateral del local hasta perderse de vista. Fue entonces que el hombre prendió la mecha, salió corriendo, lanzó la botella y regresó rápidamente a los contenedores. El ruido producido y las llamas hicieron que acudiera el custodio y algunos vecinos encendieron las luces de las casas. El custodio no podía entrar para llamar por teléfono a los bomberos y comenzó a gritar pidiendo ayuda. Algunos vecinos traían cubos de aguas y la lanzaban al fuego hasta que llegaron los bomberos. La acera de enfrente estaba llena de curiosos. Entre ellos. Visiblemente cansado y sudado, uno de los que había llevado cubo de aguas, el saboteador.

Sentado en el suelo recostado a la pared de un calabozo mal ventilado, estaba un prisionero, Sintió abrirse la puerta y vio entrar a dos militares. Después llegó otro uniformado con dos sillas, las colocó una frente a otra  y ordenaron al prisionero que se sentara en una.

      ¿Cómo te tratan? Seguro que muy bien. Vamos a conversar —dijo sentándose frente al prisionero. ¿Por qué hiciste eso? ¿No te diste cuenta que alguien observó tus movimientos y luego para disimular te uniste a los que estaban ayudando a apagar el fuego? No puedes decir que no fuiste tú. Lo que quiero saber es por qué lo hiciste y quién te mandó.

      Porque les tengo odio. Por eso lo hice. A mi padre ustedes lo condenaron acusándolo de pertenecer a la C.I.A. por haber gritado abajo el General y el Partido Patria. Ustedes sabían que no pertenecía a nada y que gritó eso porque lo tenían obstinado. No le daban trabajo, no le daban ningún tipo de ayuda por sus ideas contrarias a ustedes. Me lo ordenaron, Los Insurgentes.

En una oficina, lejos de allí, un grupo de oficiales sostenían una reunión.

      Tenemos que acabar con ese Grupo que se hace llamar “Los Insurgente”. Ciento cuarenta sabotajes en todo el País en apenas dos meses. Eso sin contar las pintadas en muros  y paredes en contra del General

      Coronel hemos cogido a cinco.

      Como si cogen mil. El problema no es encarcelar gente. El problema es eliminar ese Grupo. Hay que hacerlo como sea. El pueblo quiere una respuesta de nosotros y tenemos que darla. Nadie puede hacer que nuestra Patria sea mancillada por terroristas pagados por la C.I.A. Si no los eliminamos, llegará el momento  en que comiencen a atentar con las vidas de nosotros. ¿Entienden?

      Permiso, Coronel. El problema es que ninguno de ellos conocen a los integrantes de esa banda y mucho menos, su Jefe. Es una organización como una escalera, donde el de arriba solo conoce al primer escalón, el primero conoce únicamente al segundo escalón y así sucesivamente, pero los escalones inferiores no conocen quienes son los de arriba. Utilizan distintos medios para y recibir y enviar órdenes. Tienen un sistema de verificación de los nuevos ingresos para determinar el grado de confiabilidad y la captación de nuevos integrantes lo hacen a través de mensajes de distintos tipos y por distintos medios.

      ¡Explíqueme eso, Capitán!

      Te invitan a pertenecer a ellos pasando una nota por debajo de la puerta, dejando una nota en un bolsillo, al parecer cuando viajan en autobús, caminando por una acera,  etc. Después te dan un número y letra que suponemos sea su identificación, ordenan hacer cualquier cosa por el mismo método y así una vez que ven que eres fiel a ellos, te siguen ordenando tareas, pero jamás llegan a conocer a ningunos de sus integrantes. Ordenan quemar los papeles donde están escritas las orientaciones. Hemos logrado que captaran a algunos de los nuestros y quemó otro papel para poder mostrarnos a nosotros el original. Son escritos con lápiz y cada letra varía en tamaño, inclinación y en forma. Los signos de puntuación son distintos. Todo eso lo hace difícil para el grafólogo. Los mensajes van escritos en cualquier cosa, un pedazo de cartón, un papel blanco o de color, el reverso de una etiqueta, pero la mayoría, están escritas en pedazos arrancados de nuestra publicidad. Suponemos que hay un jefe a nivel nacional y uno en cada provincia. Suponemos, todo es suposición, que esos jefes conozcan al principal, pero ningún otro miembro conoce a sus jefes.

Cuando el Coronel se disponía a realizar otra pregunta una fuerte explosión hizo encorvarse a todos los presentes y todo el local se convirtió en un terrible horno. Algunos oficiales y el Coronel pudieron salir de las llamas y fueron hospitalizados. Dentro quedaron algunos cadáveres carbonizados.

El sabotaje fue adjudicado al Grupo Los Insurgentes y dado a conocer por  los medios de difusión masiva.





Autor: Pedro Celestino Fernandez Arregui