El
Gato Azul
– ¡Mamá,
mamá!
– ¿Qué
sucede, Isabel? –dijo su madre al tiempo que abría la puerta de la habitación.
– He
visto un gato azul pasar frente a la ventana.
– ¿De
veras? Pues no sabía que había gatos azules. ¿No sería que te confundiste con
algún reflejo u otra cosa? Sigue haciendo los deberes.
La
mamá de Isabel pensaba que los niños tienen una imaginación increíble. Recuerda
cuando era niña como jugaba con las muñecas y conversaba con ellas como si
fueran niñas, pero no solo con las muñecas, también con los animales. Recordaba
que tenía un perrito y hasta le hacía cuentos inventados por ella.
– ¡Mamá,
mamá!
– ¿Qué
sucede ahora? –preguntó al entrar a la habitación de Isabel.
– El
Gato azul. Lo he visto otra vez.- dijo la niña señalando para la ventana de
cristal.
– Vamos a ver, Isabel. Los gatos
azules no existen. Los hay negros, blancos, manchados, pero no azules. Es
posible que una luz azul le haya llegado
y pareciera azul. Sigue con los deberes que es tarde y tienes que dormir.
– Pero mamá. ¿No puede ser un gato
mágico? –se sentó junto a la niña y le acarició.
– Es posible. Dicen que en un planeta
lejano todo era azul o casi todo. Un día el planeta se desintegró y desde
entonces andan vagando por el Universo. Es posible que algunos de esos animalitos
hayan llegado hasta nosotros. Pensándolo bien, puede ser que ese gato que veas,
sea de ese planeta. Recuerdo cuando era niña vi un perrito verde, pero
desapreció y al otro día por la mañana tenía un perrito verde en la habitación,
pero de peluche y lo quise mucho. ¡Hasta mañana!
– ¡Hasta mañana, mamá!
Después de dejar a la niña en el Cole
decidió buscar en las tiendas un gato de peluche azul. Buscando tiendas de
peluches se encontró con la vecina.
– ¡Hola María!
– ¡Hola Paca!
– ¿Cómo están? ¿La niña bien en el
cole? ¿Tu marido bien en su trabajo?
– Sí, Paca. Todo bien. ¿Y ustedes?
– Mi marido sigue con las ONG y yo
cuidando a una señora que está muy malita.
– Los dos haciendo algo por los
desvalidos.
– Si
y mi marido el pobre no descansa. Cuando no es repartiendo alimentos, es
viajando a países pobres para llevarles alimentos y medicinas. Ayer se puso
furioso, pues él se pone a hacer tizas para llevarles a los niños. Tiene unos
cuantos sacos de polvos de colores. Pues tenía una bandeja con un líquido azul
preparado para echarle el yeso cuando el gato viró la bandeja y dejó al gato
azul. Después se reía a carcajada. Hoy fue que pudimos volverle su color original.
– Bueno,
me voy que tengo cosas que hacer. Saludos a tu marido.
Al
día siguiente, Isabel se encontró en la habitación un simpático gatico azul.
– ¡Mamá,
mamá!
– ¿Qué
sucede, Isabel?
– ¡Mira!
–le dijo al tiempo que le mostraba el peluche en los brazos.
– ¿Ya
ves? So te lo dejó para que nunca lo olvides. El irá paseando por todo el Mundo
y llenará de ilusión a otros niños.
A
partir de esa noche, Isabel dormía abrazada a su gatico azul.
Pcfa