lunes, 5 de abril de 2021

El Retrato


 

                                         EL RETRATO


Entré a la galería para pasar el tiempo. Soy sincero. No me gusta la pintura. Recorría los salones acompañado de bostezos y cargado de hastío. De pronto me detuve frente a un cuadro. Lo observaba detenidamente, como suelen hacer los expertos. Ni siquiera miré la firma del autor, pero había algo en esa pintura que me llamaba la atención. Era el rostro de una mujer negra, hermosa, de ojos preciosos y una mirada cautivadora. Estaba profusamente maquillada como suelen hacer las bailarinas. En fin, mujeres como esas las he visto, pero ese retrato me impresionaba, ¿Por qué? No lo sabía.

Salí con un fuerte dolor de cabeza y me dirigí a la farmacia para comprar calmante. Mientras esperaba el turno para ser atendido, veo en un mural una foto del retrato que había visto en la Galería. ¡Qué raro, pensé! Cuando me tocó comprar le pregunté a la farmacéutica por el retrato.

– ¡Ah! Es cliente. Es muy maja.

–  ¿Pero por qué la tenéis?

– Ella era bailarina en Caracas. Se enamoró con un español y se vino para acá. El hombre resultó ser un traficante de drogas y al poco tiempo cayó preso. Ella no tenía nada que justificara su relación con él y de pronto se vio en la calle. Un pintor octogenario, la vio un día durmiendo en el cajero de un banco. Ella le contó su historia, pero él no tenía como ayudarla con dinero pero le dijo que podía quedarse en la sala de su pequeño apartamento. Entonces le propuso hacerle un retrato para tratar de venderlo y le daría el dinero a ella. Magnolia, que es su nombre, accedió. No tenía nada que perder porque lo había perdido todo. El pintor, sacó una foto, la imprimió y la repartió por toda la ciudad. Un día él le dijo que iba a salir y vendría por la tarde. Le dejó cinco euros para que comprara algo para ella comer.

Cuando ella regresó de comer algo en la calle se encontró un sobre con cinco mil euros y una factura por la venta de un cuadro y una carta donde el hombre le explicaba que ese dinero era producto del cuadro y que había llamado a la ambulancia porque se sentía mal. Indagó en que hospital estaba, pero no lo halló. No sabía que podía hacer. No iba aceptar ese dinero y el apartamento no era suyo. Se iría para la calle. Comenzó a recoger sus cosas cuando se presentó un señor diciendo que era abogado y que su amigo había fallecido. En su última voluntad, le había dejado el apartamento. Ahora trabaja de bailarina en Palace Theatre ganando buen dinero. Se ha casado con su producto musical.

– ¡Qué bien se portó el pintor con ella!

– Sí y ella no lo olvida. Todos los domingos le lleva un ramo de flores a su tumba.

– Muchas gracias por contarme esa historia. Feliz día.

 

Pcfa