El Crimen Misterioso
(Relatos
del Inspector Pelly)
Me
había recién graduado como Investigador Criminal cuando mi Jefe, un señor muy
antipático como casi todos los jefes, me asigna a un caso que todos temen, pues
investigar un asesinato en la vía pública es difícil, porque casi nunca hay
testigo, no hay pruebas en el lugar, en fin, se hace difícil y muy difícil si
es un recién graduado como yo. Los compañeros me miraban, unos con compasión y
otros con tono burlón.
Llegué al lugar del crimen cuando había
transcurrido dos horas del asesinato. El lugar estaba acordonado y en el piso
de la acera, el contorno de la figura de la víctima en la posición que había
sido encontrado por la policía. La calle era una avenida muy transitada y a
ambos lados muchos locales comerciales, bancos, agencias de seguros, agencias
de viajes y otros establecimientos. El occiso había sido identificado como
Manuel Alejandro Guiteras, joven de 27 años, casado y con dos hijos de 6 y 4
años respectivamente. Trabajaba en un restaurante a unos 150 metros del lugar
donde había caído. El crimen ocurrió cuando la víctima regresaba de llevar la
recaudación del día anterior a un Banco cercano. Tarea que tenía asignada por
el dueño de restaurant. Había recibido un disparo en la cabeza y de acuerdo al
ángulo y salida del proyectil el asesino había disparado desde la primera
planta de un edifico cuya entrada se encontraba casi enfrente del lugar donde
el señor Guiteras había sido herido. No había a quien preguntarle pues los
transeúntes, en el momento del asesinato, habían seguido sus respectivos
caminos. Entré al apartamento, vacío y lleno de suciedad, en busca de alguna
pista. Huellas de zapatos y nada más. Se trataba de un profesional. Había
recogido el casquillo y no había huellas dactilares. Fui al restaurant y luego
a su vivienda para obtener información sobre Manuel Alejandro. Deduje que el
joven era trabajado, amaba su familia, buen compañero de trabajo y además
estudiaba idioma alemán y contabilidad. ¿Quién pudo matarlo y por qué? Los
cálculos de balísticas suponían que se trataba de un fusil potente, quizás con
mira telescópica, usados por francotiradores y que podía ser un HK PSG-1 de
fabricación alemana usados por cerca de 20 países. No acababa de encajar la
información recopilada en este caso. Un franco tirador con un fusil potente
asesinar a un simple trabajador. Las cámaras de vigilancia situadas en el lugar
mostraron el momento en que el joven era asesinado. Después de revisar varias
veces los videos pudo darse cuenta que en el momento del disparo circulaba un
auto junto a él, Se trataba de un carro diplomático. Informé enseguida a mis
superiores asegurándoles que se trataba de un atentado terrorista
A
los dos días volví al lugar de los hechos. Acudía un poco antes de la hora del
homicidio. Cerca de allí, había una señora con un cesto con flores. Las vendía
a dólar cada una. Le pregunté si en el edificio (donde había disparado el
asesino) alquilaban apartamentos. Me dijo que no, que hacía mucho tiempo estaba
deshabitado, aunque hacía unos días vió salir de ahí un músico, creía ella
porque el individuo llevaba un estuche de guitarra y que podía estar alquilado
en uno de esos apartamentos. Enseñé mis credenciales y le pregunté si podía
describirlo. Al decirme que sí, le dije que me acompañara. De acuerdo a sus
observaciones se hizo un retrato robot que inmediatamente se distribuyó en los
puertos y aeropuertos, así como en los hoteles.
A
las 9 de la noche recibimos una llamada de un hotel cercano al lugar del crimen
diciéndonos que el supuesto asesino estaba hospedado ahí. Fue un gran alivio al
saber que no había abandonado el País. Llegamos en el momento que el asesino se
disponía a abandonar el hotel.
Se
trataba de un inglés perteneciente a una célula terrorista y que su misión era
asesinar al embajador de Israel. Había dado la fatal coincidencia de que en el
momento de salir el proyectil hacia el Diplomático, se interpusiera la cabeza
de un inocente.
Autor: Pedro Celestino Fernández
Arregui