domingo, 31 de mayo de 2020

El Crimen Misterioso




                       El Crimen Misterioso

                                       (Relatos del Inspector Pelly)



Me había recién graduado como Investigador Criminal cuando mi Jefe, un señor muy antipático como casi todos los jefes, me asigna a un caso que todos temen, pues investigar un asesinato en la vía pública es difícil, porque casi nunca hay testigo, no hay pruebas en el lugar, en fin, se hace difícil y muy difícil si es un recién graduado como yo. Los compañeros me miraban, unos con compasión y otros con tono burlón.

Llegué al lugar del crimen cuando había transcurrido dos horas del asesinato. El lugar estaba acordonado y en el piso de la acera, el contorno de la figura de la víctima en la posición que había sido encontrado por la policía. La calle era una avenida muy transitada y a ambos lados muchos locales comerciales, bancos, agencias de seguros, agencias de viajes y otros establecimientos. El occiso había sido identificado como Manuel Alejandro Guiteras, joven de 27 años, casado y con dos hijos de 6 y 4 años respectivamente. Trabajaba en un restaurante a unos 150 metros del lugar donde había caído. El crimen ocurrió cuando la víctima regresaba de llevar la recaudación del día anterior a un Banco cercano. Tarea que tenía asignada por el dueño de restaurant. Había recibido un disparo en la cabeza y de acuerdo al ángulo y salida del proyectil el asesino había disparado desde la primera planta de un edifico cuya entrada se encontraba casi enfrente del lugar donde el señor Guiteras había sido herido. No había a quien preguntarle pues los transeúntes, en el momento del asesinato, habían seguido sus respectivos caminos. Entré al apartamento, vacío y lleno de suciedad, en busca de alguna pista. Huellas de zapatos y nada más. Se trataba de un profesional. Había recogido el casquillo y no había huellas dactilares. Fui al restaurant y luego a su vivienda para obtener información sobre Manuel Alejandro. Deduje que el joven era trabajado, amaba su familia, buen compañero de trabajo y además estudiaba idioma alemán y contabilidad. ¿Quién pudo matarlo y por qué? Los cálculos de balísticas suponían que se trataba de un fusil potente, quizás con mira telescópica, usados por francotiradores y que podía ser un HK PSG-1 de fabricación alemana usados por cerca de 20 países. No acababa de encajar la información recopilada en este caso. Un franco tirador con un fusil potente asesinar a un simple trabajador. Las cámaras de vigilancia situadas en el lugar mostraron el momento en que el joven era asesinado. Después de revisar varias veces los videos pudo darse cuenta que en el momento del disparo circulaba un auto junto a él, Se trataba de un carro diplomático. Informé enseguida a mis superiores asegurándoles que se trataba de un atentado terrorista

A los dos días volví al lugar de los hechos. Acudía un poco antes de la hora del homicidio. Cerca de allí, había una señora con un cesto con flores. Las vendía a dólar cada una. Le pregunté si en el edificio (donde había disparado el asesino) alquilaban apartamentos. Me dijo que no, que hacía mucho tiempo estaba deshabitado, aunque hacía unos días vió salir de ahí un músico, creía ella porque el individuo llevaba un estuche de guitarra y que podía estar alquilado en uno de esos apartamentos. Enseñé mis credenciales y le pregunté si podía describirlo. Al decirme que sí, le dije que me acompañara. De acuerdo a sus observaciones se hizo un retrato robot que inmediatamente se distribuyó en los puertos y aeropuertos, así como en los hoteles.

A las 9 de la noche recibimos una llamada de un hotel cercano al lugar del crimen diciéndonos que el supuesto asesino estaba hospedado ahí. Fue un gran alivio al saber que no había abandonado el País. Llegamos en el momento que el asesino se disponía a abandonar el hotel.

Se trataba de un inglés perteneciente a una célula terrorista y que su misión era asesinar al embajador de Israel. Había dado la fatal coincidencia de que en el momento de salir el proyectil hacia el Diplomático, se interpusiera la cabeza de un inocente.







Autor: Pedro Celestino Fernández Arregui