miércoles, 24 de julio de 2019

Isis y los Escorpiones




                                           Isis y los Escorpiones


Su esposo había llegado a tener fama en todo en todo Egipto porque había logrado que la gente conviviera en paz, cultivaran en arte, desarrollaran la música y aprendieran a sembrar. Pensó que podía ayudar a todos los países y dejó a su esposa al frente de todo aquello. Esto molestó enormemente a su hermano que decidió asesinarlo, descuartizó su cuerpo y distribuyo sus restos en distintos lugares.

Ella se encargó de reunir los restos y unirlos para después resucitarlo y concebir un hijo que podía no ser aceptado por los demás y por eso Isis se escondió con su hijo Thor. Estuvieron mucho tiempo escondidos hasta que fueron encontrados por el poderoso Seth quien los encerró. En la vida hay que tener esperanza e Isis sabía que saldría de allí con la Justicia y la Verdad. Fue así que Thot la ayudó a escapar con su hijo y además, ordenó a siete escorpiones para que la ayudaran a encontrar un refugio seguro.

Después de mucho caminar por el desierto, llegaron a un pueblo. Extenuada y hambrienta, tocó a la puerta de una vivienda. Abrió la puerta una señora que por su vestimenta y las joyas que portaba, aparentaba tener mucho dinero.

–¿Qué desea? –preguntó la mujer con cierto aire de superioridad y autoridad.

–Llevamos muchos días por el desierto. Tenemos hambre y necesitamos descansar. ¿Podría ayudarnos? –dijo Isis.

La señora la observó de abajo a arriba y luego observó a los sietes escorpiones que la acompañaba.

–¡De ninguna manera! –dijo y cerró dando un portazo.

Isis estaba a punto de llorar, pero su espíritu de mujer luchadora no e dejaban salir las lágrimas. Dirigió sus pasos hacia otra vivienda. Le abrió la puerta una mujer vestida pobremente y con una hermosa sonrisa.

–¿En qué puedo ayudarla?

–Hemos recorrido muchos kilómetros por el desierto y estamos muy cansados y hambrientos. ¿Nos podía ayudar?

–¡Sí, señora. Pasen por favor!

A los escorpiones no les había gustado la actitud de aquella prepotente y rica dama por tal motivo, el jefe de los Escorpiones quiso darle una lección. Por la noche entró por la ventana e inoculó con su veneno al hijo de tan déspota mujer.

La señora al levantarse se dio cuenta que su hijo estaba mal y salió para la calle pidiendo a gritos que la ayudaran para salvar a su hijo.

Isis escuchó los gritos y salió a la calle. Al ver la desesperación de esa madre no titubeó en ofrecerle su ayuda. Llegó hasta donde estaba el niño y gracias a sus poderes logró extraerle el veneno.  Su madre al ver la rápida recuperación de su hijo, se arrodilló ante sus pies y le pidió perdón.

–¡Gracias, señora! Pongo a su disposición y de esa señora que le dio cobija, la mitad de todas mis riquezas.

La señora no sabía que esa mujer, aparentemente desposeída de todo y errante por el desierto, era una Diosa que había resucitado a su marido, el padre de Thor. No sabía que su principal poder era la curación de la gente común.

Autor: Pedro Celestino Fernandez Arregui










Accidente en el Golfo



                                         Accidente en el Golfo

La Terminal Marítima de Nueva Gerona estaba abarrotada de personas que deseaban viajar, pero las capacidades de las embarcaciones, eran limitadas. Muchos esperaban que hubiera fallos y se mantenían atentas en su lista de espera. Marta necesitaba embarcar en la próxima y última Kometa, nombre de los hidrodeslizadores que operaban entre Nueva Gerona y el puerto de Batabanó.
–Mario, por favor, necesito irme en esa lancha. Mi hija se casa esta noche y no he podido obtener  un pasaje desde hace tres días.
–¡No te preocupes! Tú sabes que ustedes para mí son familia. Nos conocemos desde que era muy pequeño. Lo que te vas a tener que acomodar donde quiera porque asientos, no habrá.
–Como si tengo que ir las dos horas de pie.
Los pasajeros comienzan a abordar la embarcación. Pedro y Samuel están en la fila para entrar.
–¡Al fin, hermano! Nos vamos para la capital. Todavía te quedan dos días de vacaciones.
–Sí, Pedro, pero tenemos que hacer muchas cosas en la casa. Recuerda que la “vieja” nos dijo que veníamos para la Isla pero había que arreglar un poco el patio.
–Eso lo resolvemos en dos horitas y a descansar.
Un poco mas atrás, casi al final, un señor de unos cuarenta años, mostraba preocupación en su rostro. Había venido a tratar de reconciliarse con su exmujer. Había quedado decepcionado al ver que ella tenía una pareja y que se amaban. La culpa había sido de él. Siempre llegaba borracho y tenía fama de mujeriego. Su madre le decía, “Arturo ocúpate mas de tu mujer y deja la bebida”, pero él no hacía caso. Esa etapa la había cerrado y quería comenzar una nueva vida. Había dejado el alcohol y quería formar un verdadero hogar. Por tal motivo había viajado a la Isla y ahora regresaba decepcionado.
Todos los pasajeros se acomodaron en sus respectivos asientos, menos Marta que se sentó en un banco junto a la cafetería, en la popa.
La embarcación se deslizó por el río, silenciosamente, ante las miradas de algunos pescadores aficionados sentados en el muro de la avenida que bordeaba el río. Escasos minutos después rebasaba la desembocadura y comenzaba a elevarse para deslizarse con sus patines por el mar.
Una vez cruzada lo que llamaban “La Pasa”, los pasajeros comenzaban a acomodarse en sus respectivos asientos, algunos salían al Puente de Cubierta para observar el mar, unos leían el periódico o alguna novela. Los niños no dejaban de hacer preguntas. Dos jóvenes, sentadas a estribor conversaban sobre sus respectivos novios sin ningún recato. Tres hombres hablaban sobre las medidas tomadas por la Empresa y un joven, sentado al lado de una hermosa chica, trataba de enamorarla. Ella le sonreía, pero no se veía interés por el muchacho. Otros habían acudido a la popa a beber cerveza o refresco, entre ellos, Pedro y Samuel.
–En el Puente de Mando todo era alegría. Ese día habían entregado las botellas de ron y cerveza asignadas para “Gastos de Representación”. Así, mientras la lancha se deslizaba por el Golfo de Batabanó, las cervezas y el ron se fueron terminando.
–El equipo de la Isla no va a quedar en un buen puesto. Son indisciplinados y beben muchos –había dicho el Maquinista
–No te creas, ahora tiene un buen entrenador. –dio el Capitán
–Debíamos estar cruzándonos con la Kometa III que va para la Isla – dijo un marinero de abordo.
–Tú sabes cómo es eso. Igual vienen atrasados. Ellos siempre salen atrasados –dijo el Capitán.

En la kometa III, los tripulantes también  disfrutaban de las bebidas de “cortesía”
–¡Qué raro no hayamos tropezado con la Kometa II! ¿No ves nada Nacho? –dijo el Capitán.
–Ya aparecerán. Vamos a terminar la botella esa que después tenemos que prestar mucha atención a la navegación –diciendo esto un tripulante, llenó los vasos de los demás.
En el salón, todo era normal. La hidromoza paseaba entre los pasajeros, observando por si acaso había alguien fumando u otra cosa que infringiera las normas establecidas.
En el puente de mando, han dejado la botella en el suelo y de pronto ven a escasos metros la Kometa II.
–¡Rolo, para!– se escuchó decir al Capitán.
El impacto ha sido brusco. La hidromoza cae al suelo y algunos pasajeros salen despedidos de sus asientos y el apacible salón de pasajeros se convierte en una mezcolanza de equipajes y personas. Se escuchan gritos y en los rostros se dibuja el terror y el dolor.

En la Kometa II, los tripulantes han ocupados sus puestos. El Capitán ve como se les encima el otro deslizador.
–¡Negro, todo a estribor, coño!
El giro brusco y el fuerte golpe, expulsa de sus asientos a los pasajeros. Hay varios heridos. Inmediatamente, una abuela le pone un pañuelo en una herida en la frente a su nieto, una mujer grita de dolor en el suelo y otros gritan sin saber por qué.
La Kometa III se les ha encimado. Barre toda la popa cegando la vida de los dos hermanos y arrojando al mar a Marta. En el baño estaba el cuerpo sin vida de Arturo.

Autor: Pedro Celestino Fernández Arregui

Nota: Este accidente ocurrió en el año 1986 cerca de Cayo Cruz. Los nombres de las personas y los números de las embarcaciones, así como la historia contada de los personajes es ficción. Lo real es el accidente y la muerte de cuatro personas.





Traición y Deseo (Poesía)



 Traición y Deseo



            Dame un espacio en tu cama porque quiero dormir contigo,  
pero primero, déjame contemplar tu desnudo cuerpo.
                     ¡Quiero desearte tanto! Quiero navegar por tu mar muerto
y provocar en ti el huracán del Siglo.

       Naufragaré en tu ser con vientos de pasión,
 exploraré cada rincón oculto de tu piel,
         mis besos dibujaran figuras hechas de miel
         y mis dulces caricias acelerarán tu corazón.

                  Besaré tus labios como si quisiera borrarlos,
   besaré tu cuello como a ti te gusta,
besaré tus senos en la penumbra
   hasta provocar un gran terremoto.
         Entraré en tu cuerpo como un fugitivo
   que se esconde de un mundo loco.

Saciaremos la sed que el deseo nos quema,
              el Universo será pequeño para tanto fragor,
      provocaremos incendio  de tanto calor
         en medio de dulces gemidos y te quiero.

 Después extenuados y complacidos
        cada uno volverá a la rutina de siempre.
                 Dirás que lo amas cuando en realidad mientes
              a tu esposo, a ese hombre, que es mi amigo.



Autor: Pedro Celestino Fernández Arregui