Chino Viejo
Como todas las
mañanas paseaba por aquel largo
terraplén llevando consigo un montón de pensamientos. ¡Cómo recordaba su pueblo
natal! Pero bueno, hacía mucho tiempo y los rasguños en las rodillas se habían
borrado para siempre y luego, con apenas 16 años, conocía los rasguños de la
guerra en su mente. ¡Quién le iba a decir que combatiría años mas tarde contra
ese mismo ejército que sirvió! Pero la vida había sido muy espléndida con él y
nunca se había quejado de ingratitudes ni de injusticia contra su persona
porque lo que se hace con amor y desinterés, se lleva como única satisfacción,
la de haber hecho lo que deseaba. No hizo nada para enriquecerse ni para
obtener fama o reconocimiento.
Había expuesto su
vida por ese País y lo peor había perdido un hijo combatiendo. Amaba esa tierra
como la suya propia y sin embargo a pesar de todo eso , había sido despojado de
sus cargos por ser extranjero.
De vez en cuando,
observaba su machete, ese que se había teñido de rojo en varias ocasiones y le
había acompañado en la primera carga al machete.
Sí, para muchos
era el Generalísimo, líder de mil batallas en Santo Domingo y Cuba para otros,
además, un recorrido limpio y decoroso por Jamaica, Honduras y Costa Rica. Para
mis amigos más íntimos soy Chino Viejo.
Autor: Pedro Celestino Fernández Arregui
Autor: Pedro Celestino Fernández Arregui