La Maleta
Simón, como todos le decían porque ni el mismo sabía como se llamaba, buscaba algo que comer en los contenedores. Le encandilaba la luz de algún auto que pasaba a esa hora de la noche. Era como un flash de lo que sucedió. Aquella explosión que lo dejó sordo, mudo y sin memoria. No sabía quien era ni como se llamaba.
Juana
salía del aparcamiento del aeropuerto cuando divisó una maleta
solitaria junto a una columna. Sin pensarlo dos veces, la introdujo
en el maletero segundos antes de que aparecieran policías por todas
partes. Se puso nerviosa al escuchar los comentarios de los
uniformados: “Estaba por aquí” “Puede que contenga
explosivos” “Lo mas seguro es que contenga drogas”. No
obstante, salió despacio, para no levantar sospechas, del
aparcamiento.
La
nevada había sido intensa y se le hubieran congelado las manos si no
fuera por los guantes. Suerte que tuvo porque ella nunca llevaba los
guantes. Al llegar a la casa, bajó su equipaje en el momento que sus
vecinos se marchaban.
-Que
tal de viaje? -preguntó el vecino.
_ Muy
bien. Y ustedes?
- Nos vamos al Caribe. Así descansamos de este frío.
- Feliz viaje!.Su esposo salió a ayudarle con el equipaje y después de conversar un rato y haber ingerido un bocadillo, se acordó de la maleta.
- Miguel, me encontré una maleta en el aeropuerto. Vamos a abrirla. Donde está?
- Traje esas que están ahí. No había otra.
Simón
aprovechó que los viajeros hablaban con el taxista para tomar una
maleta y salir corriendo. Lo vieron cuando se perdía por un
callejón, cerca del hotel, pero tenían completo su equipaje, así
que esa maleta no era de ellos.
-Teniente,
Simón no sabe como fue a parar esa maleta a sus manos. Al menos,
mueve la cabeza negativamente. Pero no hay otra huella que no sea la
de él. Al cadáver descuartizado le falta la cabeza y las manos. Nos
va a costar trabajo la identificación. Que hacemos con Simón?
- De
momento, quedará detenido.