EL PAYASO
Alfonso casa día estaba más triste. No era para menos! Su hija, madre soltera estaba sin trabajo, su esposa enferma y el estaba jubilado. Se sentaba frente al televisor para que no se dieran cuenta que estaba pensando cuánto tiempo podría mantener a su hija y su nieta, comprar medicinas, alimentos y sobre todo pagar la hipoteca. Sus ahorros estaban llegando a su fin y con la pensión y con algún trabajo extra, no podría cubrir los gastos. Su aliciente era su pequeña nieta. Siempre alegre, andaba por la casa como esas mariposas que revolotean en el jardín.
Susana se reía de las gracias de aquel payaso. Todas
las tardes le pedía a su madre que la llevará a la plaza para disfrutar de la
actuación de aquel personaje de nariz redonda y roja de sus zapatos inmensos. A
la madre le encantaba ver a su hija feliz. Era de los pocos momentos que ella
se olvidaba de las penurias.
Alfonso “ miraba “ un programa en la televisión
mientras su mente estaba en el próximo día.
Susana estaba cansada de jugar
con sus muñecas y le dijo a su mamá que iba a dormir pero antes de ir a la cama
pasaría, como todas las noches a despedirse del abuelo y darle un beso. Abuelo
me voy a dormir. Abuelo por que siempre estás
Triste? Hoy me he reído mucho con
el payaso. Abuelo ven con nosotros un día para verte reír a carcajadas. Alfonso sonrió, le dio un beso y le dijo : No
estoy triste es mi forma de ser. Y fabrico una sonrisa. Susana le devolvió el beso y le dijo: Hasta mañana!
Cuando todos dormían, apagó el televisor y se dirigió al garaje. Abrió el maletero del coche. Tomó
en sus manos los zapatones grandes que tanto le molestaban, Los acarició y los acomodó junto al traje amarillo de bolas en colores,
la nariz redonda y roja y el pequeño estuche de maquillaje mientras una lágrima
rodaba, despacio por sus mejillas