martes, 3 de noviembre de 2020

La Última Vez


 

                                          La Última Vez


La conocí en el Instituto. Se sentaba tres asientos delante del mío con sus dos coletas cual manubrios de bicicleta.

El rostro se lo veía en el receso, sin embargo, solo veía dos cosas, sus labios y sus ojos. Siempre quise que su mirada me dijera algo y que sus labios dejaran paso a una sonrisa, pero nunca sucedió.

Un día de invierno, al salir del Instituto, me miró y sonrió por primera vez y sin saber que sería la última vez. Al siguiente día, no acudió a las clases, ni al otro, ni a la otra semana, ni al otro mes.

Era un día cualquiera, de esos que te parecen que fue igual que el anterior, cuando acudí a un Supermercado a comprar un paquete de jamón y otro de espaguetis. En la puerta, una señora pedía limosna. No sé por qué razón a mi mente vinieron aquellos labios y aquella mirada que conocí en el Instituto. Seguí mi camino y al salir le dejé una barra de pan y un paquete de jamón. Me dio las gracias y sonrió para hacerme creer que era aquella chica de las coletas.

Al otro día volví al Supermercado para verla y no estaba. Tampoco durante todo el mes que estuve visitando dicho comercio.

Hoy ingresé en un Asilo o Residencia de Ancianos como le llaman. Me senté a almorzar cuando de pronto mis ojos tropezaron con aquella mirada del Supermercado. Pregunté por su nombre, pero me dijeron que solo la conocían por el apodo de la calle y también me comentaron que estaba muy enferma.

Un día llegué hasta su cama, le tomé la mano y le pregunté, ¿Eres tú? Sonrió y me dijo que sí. Los dos lloramos hasta que las manos las sentí frías, sin vida. Fue la última vez.

 

PCFA