viernes, 15 de enero de 2021

El Eclipse Lunar


 

 

                                El Eclipse Lunar

 

Salvador salió para el patio a admirar el eclipse de Luna. Le fascinaba las fotos que había visto en varias ocasiones, pero nunca había presenciado un evento en directo. Al salir se le acercó un bigotudo con sombrero de pico y le dijo que si quería que lo llevara a la Luna. ¡Encantado! Dijo y entonces bajó una lechuza gigante. Se subieron a ella y volaron hacia la Luna. El niño estaba extasiado observando las estrellas y la Tierra. Volaron a lo largo de un arcoíris inmenso cambiando de una franja de colores a otra, mientras a su lado dos estrellas bailaban un vals entre las nubes. La Luna apenas se podía apreciar. Era un disco oscuro. Sin embargo el parpadeo de las estrellas con sus colores brillantes, las nubes formando figuras de animalitos y el viento interpretando lindas melodías era lo hermoso de esa noche fantástica. El bigotudo se quitó el sombrero y le enseñó la Luna. No, gracias. Es más hermoso todo lo demás. Entonces el hombre le dijo: “La belleza no está en lo que nos parece hermoso. La belleza está en todas partes porque el Universo, desde un grano de arena hasta las Galaxias, son bellas”

La lechuza bajó hasta el tejado de la casa de Salvador y el hombre del sombrero de pico lo ayudó a bajarse.

¡Felices sueños!

 

 

Pcfa

Siempre en la Oscuridad


 

                             Siempre en la Oscuridad

 

Risas rodando calle abajo, fuegos artificiales pintando la noche con colores variados, cabezones, carrozas, todo invisible para una Princesa encerrada en su castillo. A su ventana llega el olor a pólvora y nada más. Sus finas manos se aferran a la reja. Su mente transforma todo en algo distinto, algo que le da miedo y aprieta con fuerza los barrotes, algo que le ocurrió un verano cuando era una niña.

 

Iba de la mano de su madre, observando todo, descubriendo el Mundo como todos los niños. Un muñeco de peluche, un pomo de perfume, una ropa de bebé, un paquete de galletas, todo lo observaba. Era la primera vez que disfrutaba de un recorrido por un Centro Comercial.

Hacía apenas una semana que habían llegado procedente de un país donde la miseria era mucho más grande que un supermercado, donde las muertes por enfermedad y hambre eran algo cotidiano. Vivian en una cabaña de barro en las tierras áridas, tratando de sobrevivir entre el clima adverso, la falta de alimentos y las bandas de asesinos que exterminaban todo a su paso.

Un día llegaron varios hombres armados, le robaron lo poco que tenían  y mataron a sus padres. Ella sobrevivió gracias a que se escondió debajo de un montón de paja. A los pocos días, fue encontrada en muy malas condiciones en el desierto, por una mujer que trabajaba en una ONG. Ella se encargó de llevarla a su país después de haberla adoptado.

Para la niña todo era maravilloso y quería a su madre adoptiva como si fuera su propia madre, aunque hacía pocos meses que se conocían y no era para menos, recibía todas las atenciones y cuidados para ser feliz. Le habían comprado muñecas y otros juguetes con los que pasaba la mayor parte del tiempo.

 

Ese día, se desprendió de la mano de su madre adoptiva para subirse a un caballito al cual ponerle una moneda, cabalgaba. La señora puso la moneda y la niña comenzó a navegar por el extenso desierto de su país. Su caballo corría mas que una Gacela o una Palanca y de pronto sintió un fogonazo fuerte en la cara que la derribó de su caballo. Una explosión, cerca de donde ella se encontraba, había arrebatado la vida de varios clientes y heridos a otros cuantos.

Al poco tiempo su madre adoptiva fue dada de alta y no se separaba de la niña en el hospital. Después de varios meses y varias intervenciones pudo volver a su casa.

Desde entonces, su Mundo no es el de nosotros, es distinto. Es un mundo silencioso e invisible. Donde solo siente el ruido de las caricias y ve el cariño de las personas.

 

Pcfa

 

 

 

La Muñeca Encantada


 

                                      La Muñeca

En un barrio pobre de Quito, Ecuador, vivía Maritza, una hermosa niña cuyos padres se buscaban la vida buscando cosas para luego hacer varios tipos de objetos y venderlas en algún mercadillo, pero no como el Mercadillo del Panecillo ni el del Otavalo sino, en el Mercado Plaza Foch.

Maritza no nació con la humildad de sus padres y por el contrario detestaba la vida que llevaba por lo cual los culpaba. Su madre hacía todo lo posible para que ella se sintiera bien y trataba de invertir parte de sus exiguas ganancias en comprarle algún vestido o par de zapatos que ella en la mayoría de las veces rechazaba por ser, según ella, cosas de shuart, nacionalidad indígena amazónica que habitan entre las selvas y llanuras de Perú y Ecuador.

Cierta noche, su madre le trajo una muñeca. La miró y después de decir que era horrorosa, la tiró en un rincón y se acostó enfadada, diciendo que nunca le traían nada bueno.

De madrugada la niña se levantó para ir al baño  sintió unos sollozos. Pensó que era su madre. Miró para el lugar que dormían sus padres y comprobó que no era ella. Entonces se fue guiando por los sonidos emitidos por alguien que lloraba y se quedó paralizada cuando vio que la muñeca lloraba. Las lágrimas le salían de sus ojitos como si fuera una niña de verdad. Se le acercó y le preguntó el porqué de su llanto.

– Nadie me quiere –dijo sin dejar de llorar

– Normal que no te quieran. Eres fea y la ropa que tienes te hace más fea todavía –dijo Maritza con arrogancia.

– Sí, lo sé, pero yo no tengo la culpa. Yo era una niña como tú y vino una bruja muy mala y sin motivo me convirtió en muñeca.

– ¿Piensas que voy a creer esa estúpida historia?

– No quiero que la creas. Solo necesito que me lleves al Hospital  Eugenio Espejo.

– ¿Por qué a ese lugar?

– Porque yendo a ese hospital puedo ser niña otra vez.

– No me interesa que seas niña o muñeca. Me da igual. – dijo con desprecio

– No te he dicho que soy hija de una de las familias más ricas de Quito y mis padres te recompensaría con grandes regalo digno de una aristocrática familia.

Maritza vio la oportunidad de salir de aquella asquerosidad, como ella le llamaba al lugar donde vivía y convertirse en una niña rica.

– Si me mientes te prenderé fuego.

Esa madrugada la niña cogió a la muñeca y se fugó de la casa. El Hospital estaba oscuro, pues hacía años que estaba en reparación. La muñeca la fue orientando por donde tenía que entrar sin ser vista. Llegaron hasta un pasillo desierto y de poca luz y de pronto cayó un rayo. La niña quedó media inconsciente y al volver en sí pudo observar que la muñeca no estaba. Se marchó maldiciendo porque había sido engañada.

Al día siguiente el padre llegó contento y dando saltos de alegría. Se había sacado la Lotería por un cupón que se encontró en la calle. Maritza estaba contenta, pues su padre compró una vieja casa en un buen barrio de Quito y le compró ropas y zapatos que jamás había tenido. La casa comprada fue reparada, menos el ascensor que funcionaba perfectamente y gracias a ello pudieron subir sin dificultad todos los muebles que iban en el segundo piso.

Cierto día, Maritza entró al ascensor y no salió. Sus padres desesperados buscaron por toda la casa y no la encontraron. Hicieron la denuncia y la niña no apareció. Al poco tiempo vendieron la casa y se mudaron para otra pequeña.

Los nuevos inquilinos de la casa enseguida tuvieron la sorpresa de una aparición fantasmal. La señora de la casa se encontró a una niña dentro del ascensor. Le dijo a su esposo que su mirada era triste y que salió asustada. El esposo no encontró nada, pero cada cierto tiempo aparecía la niña y desaparecía. Unos dicen que era Maritza y otros que era aquella muñeca que desapareció en el Hospital.

 

Pcfa