Siempre en la Oscuridad
Risas
rodando calle abajo, fuegos artificiales pintando la noche con colores
variados, cabezones, carrozas, todo invisible para una Princesa encerrada en su
castillo. A su ventana llega el olor a pólvora y nada más. Sus finas manos se
aferran a la reja. Su mente transforma todo en algo distinto, algo que le da
miedo y aprieta con fuerza los barrotes, algo que le ocurrió un verano cuando
era una niña.
Iba
de la mano de su madre, observando todo, descubriendo el Mundo como todos los
niños. Un muñeco de peluche, un pomo de perfume, una ropa de bebé, un paquete
de galletas, todo lo observaba. Era la primera vez que disfrutaba de un
recorrido por un Centro Comercial.
Hacía
apenas una semana que habían llegado procedente de un país donde la miseria era
mucho más grande que un supermercado, donde las muertes por enfermedad y hambre
eran algo cotidiano. Vivian en una cabaña de barro en las tierras áridas,
tratando de sobrevivir entre el clima adverso, la falta de alimentos y las
bandas de asesinos que exterminaban todo a su paso.
Un
día llegaron varios hombres armados, le robaron lo poco que tenían y mataron a sus padres. Ella sobrevivió
gracias a que se escondió debajo de un montón de paja. A los pocos días, fue
encontrada en muy malas condiciones en el desierto, por una mujer que trabajaba
en una ONG. Ella se encargó de llevarla a su país después de haberla adoptado.
Para
la niña todo era maravilloso y quería a su madre adoptiva como si fuera su
propia madre, aunque hacía pocos meses que se conocían y no era para menos,
recibía todas las atenciones y cuidados para ser feliz. Le habían comprado
muñecas y otros juguetes con los que pasaba la mayor parte del tiempo.
Ese
día, se desprendió de la mano de su madre adoptiva para subirse a un caballito
al cual ponerle una moneda, cabalgaba. La señora puso la moneda y la niña
comenzó a navegar por el extenso desierto de su país. Su caballo corría mas que
una Gacela o una Palanca y de pronto sintió un fogonazo fuerte en la cara que la
derribó de su caballo. Una explosión, cerca de donde ella se encontraba, había
arrebatado la vida de varios clientes y heridos a otros cuantos.
Al
poco tiempo su madre adoptiva fue dada de alta y no se separaba de la niña en
el hospital. Después de varios meses y varias intervenciones pudo volver a su
casa.
Desde
entonces, su Mundo no es el de nosotros, es distinto. Es un mundo silencioso e
invisible. Donde solo siente el ruido de las caricias y ve el cariño de las
personas.
Pcfa
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