viernes, 15 de enero de 2021

Siempre en la Oscuridad


 

                             Siempre en la Oscuridad

 

Risas rodando calle abajo, fuegos artificiales pintando la noche con colores variados, cabezones, carrozas, todo invisible para una Princesa encerrada en su castillo. A su ventana llega el olor a pólvora y nada más. Sus finas manos se aferran a la reja. Su mente transforma todo en algo distinto, algo que le da miedo y aprieta con fuerza los barrotes, algo que le ocurrió un verano cuando era una niña.

 

Iba de la mano de su madre, observando todo, descubriendo el Mundo como todos los niños. Un muñeco de peluche, un pomo de perfume, una ropa de bebé, un paquete de galletas, todo lo observaba. Era la primera vez que disfrutaba de un recorrido por un Centro Comercial.

Hacía apenas una semana que habían llegado procedente de un país donde la miseria era mucho más grande que un supermercado, donde las muertes por enfermedad y hambre eran algo cotidiano. Vivian en una cabaña de barro en las tierras áridas, tratando de sobrevivir entre el clima adverso, la falta de alimentos y las bandas de asesinos que exterminaban todo a su paso.

Un día llegaron varios hombres armados, le robaron lo poco que tenían  y mataron a sus padres. Ella sobrevivió gracias a que se escondió debajo de un montón de paja. A los pocos días, fue encontrada en muy malas condiciones en el desierto, por una mujer que trabajaba en una ONG. Ella se encargó de llevarla a su país después de haberla adoptado.

Para la niña todo era maravilloso y quería a su madre adoptiva como si fuera su propia madre, aunque hacía pocos meses que se conocían y no era para menos, recibía todas las atenciones y cuidados para ser feliz. Le habían comprado muñecas y otros juguetes con los que pasaba la mayor parte del tiempo.

 

Ese día, se desprendió de la mano de su madre adoptiva para subirse a un caballito al cual ponerle una moneda, cabalgaba. La señora puso la moneda y la niña comenzó a navegar por el extenso desierto de su país. Su caballo corría mas que una Gacela o una Palanca y de pronto sintió un fogonazo fuerte en la cara que la derribó de su caballo. Una explosión, cerca de donde ella se encontraba, había arrebatado la vida de varios clientes y heridos a otros cuantos.

Al poco tiempo su madre adoptiva fue dada de alta y no se separaba de la niña en el hospital. Después de varios meses y varias intervenciones pudo volver a su casa.

Desde entonces, su Mundo no es el de nosotros, es distinto. Es un mundo silencioso e invisible. Donde solo siente el ruido de las caricias y ve el cariño de las personas.

 

Pcfa

 

 

 

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