Tiburón
-No
lo puedo ver pero se que está ahí. Sus afilados dientes están
listos para clavarse en mi carne y desgarrar en pedazos. El destino
nos tenía preparado este percance o fue casualidad? Es el destino lo
que nos lleva a cualquier situación o son las coincidencia de varios
factores? No podemos cambiar un escenario difícil por culpa de
fatales casualidades? Llevo más de diez horas enfrentado a la
muerte. El y yo, solos. Los dos deseando algo, él la muerte y yo la
vida. Que mal hemos hecho? O es que el hambre puede enloquecer los
sentidos de cualquier ser vivo? Acaso no hacemos lo mismo para
subsistir? Tantos lugares y escogimos éste. Los restos de Bruno
están en su estómago. No pensó que atacaría porque nunca lo
habían hecho en esta zona. No sabía que las cosas no tienen que ser
siempre igual y menos en los animales. Dispongo de menos de cuatro
metros cuadrados del final de este destartalado muelle que amenaza
con desplomarse. Tendría que nadar treinta metros para ponerme a
salvo. Una distancia corta para pasear con un ser querido pero muy
larga para escapar de esa bestia. Vuelve a embestir los pilotes que
sostienen el tablado y se ha inclinado demasiado. Empuño el cuchillo
dispuesto a ser un héroe u otra víctima. Voy cayendo al agua. Ahora
comienza la batalla.
El
inspector entró al pequeño apartamento. En la cama se encontraba
con múltiples heridas, Miguel. A unos metros, en el suelo, se
encontraba ensangrentado el cuerpo de Bruno.
- Jefe, he encontrado
esto en la mesa de noche. - dijo un policía.
- Lo suponía. Es una droga que enloquece a la gente. Se llama Tiburón.
Pedro
Celestino Fernández Arregui