Por Leer
Manolito, apenas aprendió a leer, comenzó a disfrutar de la lectura de cuanto libro se encontraba en su camino. No quiere decir que era un niño con manía de leer porque era como otro niño cualquiera. Jugaba, reía y disfrutaba estar con amigos y compartir pero su pasión eran los libros.
Hubiera sido un niño
feliz a no ser que nació en un lugar equivocado, en un momento
oscuro del país en que vivía. Una dictadura que mantenía una
férrea censura contra todo aquello que considerara no grato para el
Gobierno.
Un día, al salir del
colegio, se acercó a un hombre que vendía helados en un carrito. Le
pidió un cucurucho de chocolate, su sabor preferido. Se sentó en un
banco del parque a disfrutar del helado y con la vista leer todos los
letreros publicitarios que presentaban las tiendas y otros locales.
Tal era su entretenimiento que no se había percatado que se había
manchado de helado la camisa del uniforme. Se dirigió a un bar para
tratar de limpiar su camisa en el baño. Trataba de quitar la mancha
con agua cuando un joven entró en el baño hizo su necesidad y le
dijo: “ Ahí te dejo este folio para que se lo lleves a tu familia”
y depositó la hoja encima de una pequeña mesa. Manolito no dudó en
tomar la hoja y salió leyendo del baño en el preciso momento que
entraban dos policías. Él, ajeno a la situación política que
vivía el País, no le prestó atención a los uniformados hasta que
uno de ellos, le dijo: “ ¡Eh, niño! Deja ver eso que lees” El
guardia tomó la nota y exclamó: ¡Ah , un opositor! Ven acá y
tomándolo por el brazo lo llevó hasta el coche policíaco que se
encontraba estacionado frente al local.
El niño no salía de su
asombro. ¿Qué sucedía? ¿Qué había hecho? ¿ Por qué lo
introdujeron en el auto policíaco? Estas y otras preguntas se hacía.
¿ De donde sacaste
esto? Le preguntó un oficial mostrando el papel. Un papel que
solamente pudo leer la primera línea que decía: TODOS MAÑANA A LA
HUELGA
Manifestó que se lo
había dado un hombre en el baño pero aquel uniformado le contestó:
“No sabes lo que esto te va a costar.”
Los padres de Manolito
acudieron a la Comisaría para denunciar la desaparición de su hijo,
colgaron fotos por todas partes en el pueblo, pagaron anuncios en los
periódicos, contrataron detectives y siguieron luchando por
encontrar a su hijo hasta que murieron.
¡Hay quienes utilizan
todos los medios que sean necesarios para acallar la voz de los que
piensan diferente!