domingo, 14 de mayo de 2017

Por Leer

 

                                           Por Leer



     Manolito, apenas aprendió a leer, comenzó a disfrutar de la lectura de cuanto libro se encontraba en su camino. No quiere decir que era un niño con manía de leer porque era como otro niño cualquiera. Jugaba, reía y disfrutaba estar con amigos y compartir pero su pasión eran los libros.
Hubiera sido un niño feliz a no ser que nació en un lugar equivocado, en un momento oscuro del país en que vivía. Una dictadura que mantenía una férrea censura contra todo aquello que considerara no grato para el Gobierno.
      Un día, al salir del colegio, se acercó a un hombre que vendía helados en un carrito. Le pidió un cucurucho de chocolate, su sabor preferido. Se sentó en un banco del parque a disfrutar del helado y con la vista leer todos los letreros publicitarios que presentaban las tiendas y otros locales. Tal era su entretenimiento que no se había percatado que se había manchado de helado la camisa del uniforme. Se dirigió a un bar para tratar de limpiar su camisa en el baño. Trataba de quitar la mancha con agua cuando un joven entró en el baño hizo su necesidad y le dijo: “ Ahí te dejo este folio para que se lo lleves a tu familia” y depositó la hoja encima de una pequeña mesa. Manolito no dudó en tomar la hoja y salió leyendo del baño en el preciso momento que entraban dos policías. Él, ajeno a la situación política que vivía el País, no le prestó atención a los uniformados hasta que uno de ellos, le dijo: “ ¡Eh, niño! Deja ver eso que lees” El guardia tomó la nota y exclamó: ¡Ah , un opositor! Ven acá y tomándolo por el brazo lo llevó hasta el coche policíaco que se encontraba estacionado frente al local.
El niño no salía de su asombro. ¿Qué sucedía? ¿Qué había hecho? ¿ Por qué lo introdujeron en el auto policíaco? Estas y otras preguntas se hacía.
¿ De donde sacaste esto? Le preguntó un oficial mostrando el papel. Un papel que solamente pudo leer la primera línea que decía: TODOS MAÑANA A LA HUELGA
   Manifestó que se lo había dado un hombre en el baño pero aquel uniformado le contestó: “No sabes lo que esto te va a costar.”

    Los padres de Manolito acudieron a la Comisaría para denunciar la desaparición de su hijo, colgaron fotos por todas partes en el pueblo, pagaron anuncios en los periódicos, contrataron detectives y siguieron luchando por encontrar a su hijo hasta que murieron.

   ¡Hay quienes utilizan todos los medios que sean necesarios para acallar la voz de los que piensan diferente!