miércoles, 30 de diciembre de 2020

Elixir de mi Ser (poesía)


 

                        Elixir de mi Ser


            Dicen que no soy poeta ni tampoco escritor.

Estoy de acuerdo. Les doy toda la razón

Soy un pobre tonto que escribe sin ton ni son.

Dicen que la liebre y el águila son enemigas.

Es tontería cada uno busca su comida.

El árbol echa raíces debajo de la tierra,

Busca la altura, busca el aire.

Brinda frutos y sombra sin discriminar a nadie.

El hombre derriba el árbol aunque no quiera.

Cada cual busca vivir a su manera.

El río corre contento hacia el mar

El mar le abre los brazos pero quita su sabor.

¿Cómo puedo ser poeta si hablo de dolor?

¿Cómo puedo ser poeta si escribo de traición?

Canta el Jilguero desde lo alto de una rama,

los estorninos interpretan un vals en el cielo

El loro está tranquilo porque no puede hacerlo.

Sale la Luna, unas veces entera y otras un pedazo

Las estrellas la acompañan sin hacerle mucho caso.

Mientras en un banco se sienta un anciano.

Su mirada hacia la Luna y un bastón en sus manos.

Recuerda los árboles, recuerda sus raíces

La muerte que estuvo cerca de sus narices,

El jilguero que cantaba y los estorninos

De liebres y águilas, de poetas y escritores

De ríos y el mar que lo llevó a su destino

De tristezas y alegrías, de odios y amores.

No puedo ser poeta ni tampoco escritor.

Soy un pobre tonto que escribe sin ton ni son.

 

Pcfa

 

 

 

 

 

 

lunes, 28 de diciembre de 2020

Ida y Vuelta (poesía)


 

      

 

 

       Ida y Vuelta

 

 

Vuela el águila a través del tiempo

Brotaran los recuerdos como plantas silvestres

Nada es como soñaste

Nada es como lo siento.

Coraza de acero que envuelve el silencio

Pies que arrastran olvidadas aceras

Alentar con palabras misioneras

Que son llevadas por el viento.

Nubes y sol, lluvia y calor

Alegría y tristeza,

Cansancio, pereza

Odio y amor.

Volará el águila a través de los mares

Habiendo visto todo y sin haber visto nada

Bate sin fuerza sus alas

No son las mismas de antes.

 

Pcfa

 

 

 

 


domingo, 27 de diciembre de 2020

La Mujer del Bolso Rojo


 


                     
                          La Señora del Bolso Rojo

 Marlon era conductor de esa ruta desde hacía tres años. Casi siempre las mismas caras en un recorrido monótono solo interrumpido por las mismas paradas. Además, él había pedido el turno de noche por su “tranquilidad”.

Un lunes por la noche subió al ómnibus, una señora que le llamó la atención. Era rubia, colgaba de su hombro un bolso rojo, llevaba prendas de oro y un sombrero que solo le permitía ver unos lindos labios rojos. Enseñó un “Pase a bordo” y se sentó en uno de los últimos asientos. Le extrañó porque no era normal que a esa hora viajaran en autobús señoras solas, bien vestidas y con joyas, pero en el Mundo hay de todo. La señora se bajó en la última parada.

Al siguiente lunes y a la misma hora, volvió abordar el ómnibus, la señora del bolso rojo. Hizo el mismo recorrido y así lo hizo durante varias semanas hasta que una noche no apareció.

Al conductor del autobús no se le quitaba de la mente aquella misteriosa mujer y comenzó a indagar. Comenzó por el lugar donde terminaba el recorrido preguntando a las personas mayores que habían vivido toda su vida en esa zona. Un anciano le dijo que le sonaba de algo esa mujer, pero no recordaba de dónde. Luego comenzó a indagar en la zona donde ella cogía el transporte. Estaba cansado y entró en un bar a tomar una cerveza. El lugar era un local que servía de encuentro a actores, cantantes, poetas y escritores y sus paredes estaban llenas de imágenes de personas y lugares del ámbito cultural. Le llamó la atención la foto en blanco y negro de una señora con sombrero. Le preguntó al dependiente y éste le contestó que se trataba de la actriz Blanca Stirzo que él no la conoció porque cuando murió era un niño.

Al día siguiente entró en la Biblioteca Municipal y buscó información sobre la señora Stirzo. Cincuenta años antes, Blanca Stirzo era una cantante de ópera casada con un magnate del automóvil y dueño de todas las líneas de autobuses de la ciudad. El marido siempre la esperaba en un flamante Cadillac para llevarla a casa después de su actuación. Una noche salió y su esposo no estaba. Entró a la cafetería situada frente al teatro y se tomó varias copas de whisky. Era tarde y a esa hora apenas circulaban taxis. En ese momento pasó un ómnibus y se fue en él sin saber para donde iba. Al final del trayecto se bajó mareada. Al otro día su cadáver fue encontrado. Le habían dado varias puñaladas y despojada de todas sus valiosas prendas.

Marlon se quedó asombrado. ¡La había llevado, varias semanas, en su ómnibus!

 

Pcfa