sábado, 16 de mayo de 2020

Asesinato en el Hotel Cosmopolita




                      Asesinato en el Hotel Cosmopolita


Nicolás Suárez era un abogado que residía en La Habana, pero todos los años viajaba a Camajuaní para disfrutar de las parrandas de este pueblo.

Siempre llegaba cuando comenzaba el desfile de las hermosas carrozas, verdaderas joyas de la creación de los artistas locales quienes con su talento llevaban escenas vivientes de escenas históricas u obras universales de distintos autores, a los habitantes del poblado y a visitantes, llegados para la ocasión, de distintas partes de Cuba.

Después de recoger la llave, el señor Suárez se dirigió con rapidez a su habitación. Dejó su pequeña maleta sobre una silla y se dirigió al balcón. Contemplaba la hermosa carroza de uno de los dos barrios contendientes. La combinación de luces y las bellas muchachas que escenificaban un papel magistral, junto con la voz explicativa de la representación de la obra, hacía que todos quedaran boquiabiertos ante un clima donde se mezclaba la fantasía y la realidad a través de la cultura. De pronto, sintió como un aguijón en la espalda, se volteó  y observó delante de él a una persona portando un arma y disparó de nuevo. Todo se puso negro y cayó de bruces sobre la alfombra.

En la calle, la otra carroza hacía su representación y el pueblo seguía disfrutando, hasta el amanecer, de sus tradicionales parrandas.



El Inspector Diógenes Oliva llegó al mediodía con la misión de investigar el asesinato de Nicolás Suárez. Había ordenado que no tocaran nada en la habitación y tampoco procedieran al levantamiento del cadáver. Después de descartar el robo como motivo y no encontrar huellas, comenzó a recopilar los datos obtenidos por la inspección visual y las informaciones de los empleados. Supo que la puerta de la habitación estaba cerrada, sin embargo los disparos no provinieron del exterior, o sea, el asesino estaba dentro de la habitación. El calibre de la bala, nueve milímetro, correspondía a un arma pequeña, fácil de llevar consigo sin llamar la atención y muy práctica para personas con poco conocimiento de armas. También había sido informado sobre las noches “alegres” en Piscina Club, del señor Suárez. El asesino deseaba quitarle la vida a toda costa y no dudó en dispararle de nuevo. El inspector Oliva decidió poner en práctica un plan.

Al siguiente día salió la noticia en todos los periódicos provinciales y algunos nacionales, el intento de asesinato del abogado Nicolás Suárez en el Hotel Cosmopolita de Camajuaní quien se encontraba, con pronóstico reservado, en el hospital de Remedios.

A los tres días del suceso, una mujer entra a la sala de cirugía del hospital de Remedios, donde se encontraba una docena de enfermos, entre ellos, el señor Suárez. En la sala, excepto un anciano cuidando a una anciana enferma, no había acompañantes ni personal sanitario. La mujer se detuvo frente a una cama. Extrajo de su cartera una pequeña pistola y se detuvo cuando escuchó detrás de ella una voz que le ordenaba soltar el arma. El policía, disfrazado de anciano acompañante, le puso las esposas y la condujo a la Comisaría.

En el juicio, la supuesta asesina, declaró que hacía tres años, el señor Suárez la había invitado a ella y a su hermana de diez años a cenar en un restaurant en Santa Clara. Durante la comida se sintieron mal y pidió a Nicolás que la llevara de vuelta a Camajuaní. Ellas se quedaron dormidas y al despertar se encontraron semidesnudas en el cementerio del pueblo. Ambas habían sido violadas. Hizo la denuncia correspondiente y el abogado Suárez salió absuelto por falta de pruebas.

A partir del veredicto juró matarlo. Esperó su llegada al hotel, lo siguió sin que se diera cuenta y puso el pie para que la puerta no se cerrara. Esa táctica la había usado con otros huéspedes y sabía que con su víctima no iba a fallar.

La joven fue condenada a veinte años de cárcel.



                          FIN



Nota: Este es un cuento de ficción. En el hotel Cosmopolita jamás hubo un asesinato.



Autor: Pedro Celestino Fernandez Arregui