miércoles, 27 de noviembre de 2019

Miradas Imposibles




                                        Miradas Imposibles


Llegó a New York al mediodía. Tomó el taxi hasta Elmon y se bajó frente a una pizzería, cerca de Guido´s Dell. No deseaba llegar a casa de su tía y sentarse a la mesa. Siempre que venía a ver la tía llegaba a esa pizzería, sin embargo, no le gustaba tanto las ìzzas como el “Shrim Pasta Dish” un plato de tallarines con camarones cubiertos con una salsa exquisita. Se sentó en una mesa cerca de la puerta, frente a la ventana de cristal que daba a la calle. Hizo el pedido y se quedó mirando la calle vacía, tan vacía como no la había visto en otras ocasiones. Pasó una chica y luego se paró frente a ella un joven vestido con traje, pantalón y corbata azul. Un sombrero de paño de alas cortas dejaba ver muy poco de sus cabellos negros. El joven sacó del bolsillo de su camisa blanca una caja de cigarro. Sacó uno y se lo puso en los labios. Se palpó los bolsillos como buscando un mechero o una caja de cerilla. Al final, volvió el cigarro a su caja y después de mirarla unos segundos, se marchó. Todo el tiempo que permaneció en el local no se le quitaba de la mente aquel joven. Ella lo había visto irresistiblemente bello con sus labios pidiendo un beso, su piel, pero sobre todos aquellos ojos negros y su seductora mirada. Pensó que era una tonta, porque era probable que no la mirara a ella. Sí, hay ocasiones que miramos pero no vemos. Es cuando tenemos la mente ocupada y entonces no recibe lo que los ojos transmiten.

Hacía dos días que había visto aquel joven desconocido y todavía lo tenía en la mente. ¿Por qué? Se preguntaba. Ahora iba con su tía al Central Park de Manhattan. Sonreía pensando que era una de los treinta y siete de millones y medio de visitantes al año. Le gustaba sobre todo pasear por el Victorian Gardens y disfrutar de sus hermosas flores.

La tía le sugirió descansar después de haber andado cerca de dos horas por varios lugares del parque. Se dirigieron a un área verde y desplegaron un pequeño mantel sobre el que situaron bocadillos, refrescos, papas fritas y otros aperitivos que habían traído de la casa. De pronto reconoció al chico que había visto en la pizzería. Pasaba cerca de ellas, apuesto e impecable como cuando lo vio la primera vez. Se detuvo un momento y dirigió la mirada hacia ella. Luego continuó caminando hasta perderse detrás de unos árboles. Todo ese tiempo ella lo siguió con la vista.

–¿Qué miras? –le preguntó su acompañante.

–Nada, es que me pareció ver a un conocido – contestó ella. No le quiso decir que había visto aquel joven interesante que la había hipnotizado con su mirada.

Una noche antes de regresar a su casa, comenzaron a recordar su niñez.

–Espera voy atraer  el álbum de fotos.

A los pocos segundos se sentaron junto a la mesa del comedor  y la tía comenzó a pasar las hojas.

–Recuerdo tía, este momento. ¡Qué joven era! Tú me habías ido a buscar al Cole para llevarme a la feria del pueblo.

–Aquí estás sobrina con aquel chico que te gustaba tanto.

–Sí, me tiraste la foto sin yo saberlo. Ja ja ja

–Esta foto es con Liz, la vecina. Buena mujer. Te la hubiera presentado pero se ha ido de vacaciones para Canadá. Ésta otra foto es en el cumpleaños de ella.

–¡Espera tía! Conozco a este chico. ¿Sabes una cosa? Creo que le gusto porque lo he visto dos veces y me mira con una insistencia que me derrite. ¿Recuerdas en el Central Park que me preguntaste qué miraba? Pues era ese chico y no quise decirte nada porque me daba vergüenza.  

–¡Qué casualidad! ¿Recuerdas cuando viniste con tu difunta madre y nos hizo una foto en tu pizzería preferida? Él vio la foto y me dijo que eras muy hermosa que cuando vinieras la próxima vez te presentara.

–¡ Pues vamos!¡No perdamos tiempo! ¡Estoy loca por conocerlo!

–¡Es imposible!

–¿Está casado? ¿Tiene pareja? ¡Me lo imaginaba! Últimamente cuando me gusta un hombre o está casado o es gay

–Es el hijo de Liz. No te lo puedo presentar porque murió en las Torres Gemelas.





Autor: Pedro Celestino Fernandez Arregui



 


No hay comentarios:

Publicar un comentario