RECUERDOS EN EL BANCO
Estaba sentado en un
banco frente al mar, apoyando su barbilla en el bastón. Su mirada
había salido de sus ojos pero quedaron congelada en un punto
inexistente para dar paso a una avalancha de pensamientos.
Su bebé pegado a su
pecho y sentía los latidos de su pequeño corazón. Le pasaba
suavemente su mano por su espalda mientras la madre descansaba,
agotada de mecerlo, acariciarlo y revisar su temperatura corporal
durante gran parte de la noche
Qué alegría cuando su
hijo recibía buenas calificaciones! Cómo lo estimulaba cuando no
salía tan bien en sus deberes, Qué contento se puso cuando fue
nombrado director de Empresa!
Su padre nunca había
sido así con él. Nunca le dio un beso o un abrazo. Nunca lo vio
feliz por su felicidad. Sin embargo estuvo junto a él en su lecho de
muerte varios días apretando su mano como para traspasarle vida.
Miró hacia el lado y
dijo: “Hijo, no sabes lo que es sufrir por carecer de amor. Te
fuiste enfadado con nosotros hace ya.. no sé cuantas primaveras. Mi
esposa me dijo que era insensible porque me senté en el sofá a leer
el periódico. Pero sabes qué? Era para que no viera mis lágrimas
correr por las mejillas. No me digas nada. Tú eres mi hijo y te amo.
No sabes que amargo se vuelve el camino de la vida cuando no te
acompaña el amor”
Se levantó con
dificultad y después de dar algunos pasos, observó por última vez
el banco vacío. “ “No, no lo sabes, hijo mío”
Pedro Celestino Fernandez Arregui
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