Sorpresa
Mortal
Formaba
parte de una oleada de emigrantes. La falta de alimentos lo obligaba a a buscar
nuevos lugares, nuevo horizontes, junto con todos los demás. Muchos habían
perecido en el camino, pero insistía ante todo, por el desarrollo y la
supervivencia de su familia.
Durante
la travesía habían sufrido ataques de verdaderas plagas que viven gracias a la
muerte de otros. Se habían enfrentado a fuertes vientos y tormentas sin tener
donde protegerse. Cuando tienes un objetivo en la vida tienes que ser fuerte y
desafiar todos los obstáculos sino, no te traces una meta. Sin embargo, lo
tenía muy claro. Llegaría al lugar que todos consideraban el paraíso.
Por
el camino se encontró con uno que regresaba y no tardó en preguntarle por el
lugar, las condiciones y los alimentos. Con los ojos humedecidos por el llanto
les suplicó que regresaran. Aquello que ellos pensaban que era un paraíso es un
lugar de muerte y aniquilación. Sabía que el valor y la voluntad eran
necesarios cuando te dispones a vivir en
un lugar desconocido y ese pobre cobarde y arrepentido no tenía valor. ¡Era un
derrotado en la vida!
Después
de tantas vicisitudes llegaron al lugar. Les extrañó no ver a nadie cuando
sintió gritos de terror. Ante sus ojos una docena, parecían crucificados,
algunos trataban de moverse y apenas lo
lograban. Pensó que tenía que ayudar, al menos, a los que aún tenían vida.
Habló con sus compañeros y después de un largo discurso donde resaltaba el
compañerismo, la hermandad y la libertad, logró la aquiescencia. No hay nada
más encendedor de ánimos y conciencia que una arenga que convenza con la verdad y seas partícipe
de aquello que decías. Todos los siguieron para no dejar perecer a los
moribundos. Se precipitaron hacia donde estaban los agonizantes con suficiente
fuerza para lograr el objetivo propuesto.
Todos
quedaron pegados en la trampa para polilla.
Pedro
Celestino Fernandez Arregui
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