jueves, 7 de febrero de 2019

La Aparición





                                              La aparición



En los campos de muchos países existen múltiples leyendas y cuentos sobre apariciones. Cuba no es la excepción, aunque con los años han mermados quizás por que ahora hay más luces y más vivos.

 Antolín era de esas personas que, aunque su nivel de escolaridad era tan bajo que no llegaba al pupitre, no creía en esas historias y gritaba a los cuatro vientos que ojalá, una noche se le apareciera un difunto.

 Una noche; Antolín venía de una casa donde se estaba celebrando un velorio de santos, una actividad religiosa donde se veneraba a determinado santo, cuando divisó una luz en medio de la guardarraya. Se trataba de una señora con una capucha que no le dejaba ver el rostro. Con un brazo sostenía a un niño y con la otra una lámpara confeccionada con una botella y una mecha.

̶ ¿Necesita algo? -preguntó. La señora no contestó, dio la vuelta y se introdujo en el cañaveral.

̶ ¡Señora! 

 Se quedó sorprendido. ¿Qué podía hacer? Siguió llamándola y tratando de convencerla para que saliera y le contara que le pasaba, pero sin resultado. Sintió un ruido a unos cincuenta metros de donde se encontraba y vio como un hombre salía del cañaveral portando un machete en la mano. Quiso salir a todo galope de allí, pero el caballo no se movía. El hombre llegó hasta a él.

̶ ¿No ha visto una señora con un niño en brazos? – preguntó el hombre con una voz temblorosa y gutural.

̶ Si, cogió por ahí. Entre las cañas y llevaba un niño en brazo.

 El hombre penetró en aquella plantación de caña y se hizo un silencio absoluto. Estuvo unos minutos atento a cualquier ruido. Al final siguió su camino acompañado por aquellos extraños personajes en su mente.

 Al llegar a la casa se extrañó de que sus padres, de muy avanzada edad, estuvieran aún despiertos.

̶ ¡Eh! Ese milagro despierto a estas horas. -dijo extrañado.

 Su madre se acercó y muy apenada se acercó a Antolín.

̶ ¡Hijo, ha ocurrido una desgracia!

̶ ¿Qué ha sucedido mamá?

̶ Vicente se volvió loco y le dio varios machetazos a la mujer, pero ella pudo salir corriendo con el niño y se escondió en el cañaveral. Gualquíria me dijo que encontraron los cadáveres de los tres, en la guardarraya. Él se mató después de matar a la mujer y el niño.

 A partir de esa noche, Antolín creyó en las apariciones.





Autor: Pedro Celestino Fernández Arregui














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