La
aparición
En los campos de muchos
países existen múltiples leyendas y cuentos sobre apariciones. Cuba no es la
excepción, aunque con los años han mermados quizás por que ahora hay más luces
y más vivos.
Antolín era de esas personas que, aunque su
nivel de escolaridad era tan bajo que no llegaba al pupitre, no creía en esas
historias y gritaba a los cuatro vientos que ojalá, una noche se le apareciera
un difunto.
Una noche; Antolín venía de una casa donde se
estaba celebrando un velorio de santos, una actividad religiosa donde se
veneraba a determinado santo, cuando divisó una luz en medio de la guardarraya.
Se trataba de una señora con una capucha que no le dejaba ver el rostro. Con un
brazo sostenía a un niño y con la otra una lámpara confeccionada con una
botella y una mecha.
̶
¿Necesita algo? -preguntó. La señora no contestó, dio la vuelta y se introdujo
en el cañaveral.
̶
¡Señora!
Se quedó sorprendido. ¿Qué podía hacer? Siguió
llamándola y tratando de convencerla para que saliera y le contara que le
pasaba, pero sin resultado. Sintió un ruido a unos cincuenta metros de donde se
encontraba y vio como un hombre salía del cañaveral portando un machete en la
mano. Quiso salir a todo galope de allí, pero el caballo no se movía. El hombre
llegó hasta a él.
̶
¿No ha visto una señora con un niño en brazos? – preguntó el hombre con una voz
temblorosa y gutural.
̶
Si, cogió por ahí. Entre las cañas y llevaba un niño en brazo.
El hombre penetró en aquella plantación de
caña y se hizo un silencio absoluto. Estuvo unos minutos atento a cualquier
ruido. Al final siguió su camino acompañado por aquellos extraños personajes en
su mente.
Al llegar a la casa se extrañó de que sus
padres, de muy avanzada edad, estuvieran aún despiertos.
̶
¡Eh! Ese milagro despierto a estas horas. -dijo extrañado.
Su madre se acercó y muy apenada se acercó a
Antolín.
̶
¡Hijo, ha ocurrido una desgracia!
̶
¿Qué ha sucedido mamá?
̶
Vicente se volvió loco y le dio varios machetazos a la mujer, pero ella pudo
salir corriendo con el niño y se escondió en el cañaveral. Gualquíria me dijo
que encontraron los cadáveres de los tres, en la guardarraya. Él se mató
después de matar a la mujer y el niño.
A partir de esa noche, Antolín creyó en las
apariciones.
Autor:
Pedro Celestino Fernández Arregui
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