El Hombre, el Plomo y la Piedad
Aquel hombre, junto a un grupo de
soldados, llevaba días resistiendo el asedio del enemigo. El pueblo estaba
destruido, la comida escaseaba y el agua tenían que buscarla al arroyo que
pasaba frente a ellos, pero el espacio que los separaba, barrido constantemente
por la metralla del enemigo.
En un sótano, varios civiles rezaban
porque aquel martirio terminara, entre ellos una niña de unos tres años y su
gatico Tobi.
El hombre miraba aquella escena, en los
momentos de calma, y le venía a la mente su niña. Ella estaría a esas horas
esperándolo con su gatico en brazos.
Aquella mañana el cielo estaba nublado y
los disparos de los cañones eran pausados. De
vez en cuando se intercambiaban algunos disparos y ráfagas de
ametralladoras.
De
pronto el hombre vio como el gatico se desprendió de los brazos de la niña y
salió fuera del refugio en dirección al arroyo. La niña inmediatamente salió
corriendo detrás de él. Comenzaron a gritarle a la niña para que regresara y
fue entonces cuando aquel hombre salió en su búsqueda. Varios disparos salieron
del enemigo mientras la niña se agachaba a recoger a su mascota. El hombre
llegó a ellos en el momento en que una bala lo derribaba al suelo. Los disparos
cesaron. El hombre, con mucha dificultad se pudo levantar y cogiendo a la niña
por un brazo comenzó a andar hacia el refugio, todo se le nublaba la vista
mientras la niña en su inocencia acariciaba con cariño al animal. Estaba claro
que el hombre caería en cualquier momento, bien por su gravedad o por un
disparo de un francotirador enemigo, pero lo cierto fue que salieron soldados
de ambos grupos rivales y ayudaron al hombre y a la niña a llegar a su
posición, luego los soldados se saludaron y cada uno volvió a su trinchera.
Dicen
que ese día no hubo mas disparos. La niña con su gatico observaba como
enterraban a aquel hombre que no conocía.
Pcfa
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