sábado, 18 de mayo de 2019

Dirty Glen


                                                  
                                                 Dirty Glen

Otoŋ vivía cerca del lago Chad, en Camerún. Desde niña hacia las labores como cualquier mujer adulta de la tribu a la cual pertenecía. Se destacaba entre las demás niñas, por su inteligencia y fortaleza física. Su pueblo tenía la creencia que por estar lejos de la costa y en lugar de difícil acceso, no caerían en manos de los comerciantes de esclavos, sin embargo, una noche fueron sorprendidos por una turba procedentes del oeste y capturados la mayoría de ellos.
Después de una selección, cerca de 50 fueron vendidos a un magnate español que los embarcó rumbo a Cuba. A mitad del atlántico, el barco fue interceptado y abordado por una fragata corsaria. Se llevaron a todos los esclavos, entre ellos Oton.
En Jamaica vendieron a todos menos a cinco mujeres jóvenes con la idea de satisfacer las apetencias sexuales de los marineros, los cuales utilizaban el látigo y dolorosas torturas a aquellas que se resistían. Sin embargo, una de ellas, era sumisa y se dejaba poseer sin ninguna dificultad. Todos hacían el amor con ella y había días que mas de doce corsarios tenían sexo con ella en poco tiempo. Por tal motivo se ganó el mote de Dirty Glen (Cañada sucia). Esa joven era, Oton.
Por sus bondades sexuales, ella era la única que se paseaba por todo el barco y se pasaba mas de una hora en el despacho del Capitán.
Un día el barco entró en una amplia bahía en el sur de La Evangelista para abastecerse de madera, agua y alimentos. Por la noche, la tripulación dormía después de una jornada agotadora. Sólo quedaba un vigía que era relevado cada tres horas.
Oton salió silenciosa de la bodega y fue directo, sin ser vista por el hombre de guardia, a la santabárbara, cogió un barril de pólvora y fue haciendo un zigzag desde la escalera hasta los barriles con la idea de que le diera tiempo salir del barco. Una vez, en la puerta de cubierta le prendió fuego al camino de pólvora que convertiría al barco, en breves segundos, en un infierno. Se quitó el vestido y completamente desnuda salió corriendo y se lanzó al agua. Nada vigorosamente para alejarse lo ms posible del navío.
El vigía había sentido caer algo al agua, pero por mucho que observó le fue imposible detectar a la joven que ya se encontraba a una distancia prudencial.
De pronto, una gran explosión iluminó el cielo y los trozos de maderas volaban en todas direcciones. Se detuvo y miró hacia atrás para ver como se hundía aquella goleta llena de cadáveres que había sido durante varios meses su infierno.
Mientras nadaba hacia la costa invocaba a sus Dioses para que le perdonara por la muerte de las otras cuatro mujeres.
Cuando llegó a la playa se tendió en la arena un momento a descansar. Apenas había transcurrido unos minutos se incorporó y comenzó a correr en dirección a la colina que había divisado por el día y que sabía como orientarse por las estrellas para llegar a ella.
Pasado el tiempo un moreno que trasladaba ganado vio una pequeña choza de paja junto a las rocas de la montaña. Se sorprendió al ver cubierta con hojas de palmas a una mujer de su mismo color. Ella se despertó y se asustó, pero él la supo calmar con ademanes y sonrisas. A partir de ese momento, el joven le traía alimentos y le fue enseñando palabras de ese idioma desconocido para ella.
Una vez que pudieron comunicarse por medio de palabras, cada uno contó su historia. El joven se llamaba Manuel. Era esclavo e hijo de esclavo y no la podría llevar con él, porque pasaría a propiedad de su amo. Durante muchos años se amaron en secreto y tuvieron una hija.
Una mañana regresaba contento para darle la noticia a Oton de la abolición de la esclavitud, cuando escuchó un llanto. Al llegar al bohío se encontró a su amada muerta.
¡Había nacido libre y murió libre!

Los ganaderos nombrar a ese lugar como La Cañada Real por ser el paso del ganado. Nadie sabe que en algún lugar de esa Sierra se encuentran los restos de otra Cañada, La Cañada Sucia (Dirty Glen).


Autor: Pedro Celestino Fernández Arregui




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