Extraño
Viaje
Hacía
mucho tiempo que no salía de casa pero hoy era domingo y quería visitar a su
hija y sus nietos que hacía tiempo no los veía. Para ello necesitaba tomar el
tren de cercanía. Entró en la Estación y fue directo al andén y casi de inmediato llegó el tren,
silencioso, y sin que resoplara humos como los antiguos trenes.
Se sentó en
un asiento con espaldar hacia las ventanas. Le gustaba sentarse en ellos porque
el paisaje de la ciudad le decía menos que los rostros de los pasajeros.
Enfrente y un poco a la izquierda una joven le mostraba a un niño un libro de
cuentos. ¡Tenía que ser oficinnista! La forma de tomar el libro en las manos, la
postura en el asiento…sí, seguro era oficinista. Justamente enfrente, un señor
con un sombrero pasado de moda, unas gafas de cristal grueso, un traje
impecable, parecía absorto en algo invisible. El señor tenía que trabajar en
una tienda de antigüedades, no cabía dudas. A su derecha una pareja de
enamorados se besaban apasionadamente. Ese era el primer novio de la chica
porque se ponía roja y miraba alrededor tímidamente. El chico muy vestido a lo
moderno y con varios tatuajes trataba de ir mas allá de lo que la chica le
permitía sin reparar el lugar donde estaba.
El tren se
detuvo y Zamora se vio nuevamente en el andén vacío como el otro. Un empleado
se empeñaba en convertir en espejo el brillante suelo. Le preguntó: “¿Señor,
porque hay tan pocos viajeros hoy?” El hombre lo miró con rostro sorprendido y
le contestó: “Caballero, hace dos días que los ferroviarios están en huelga. No
pasa ni pasará ningún tren hasta que la huelga termine”
-¿Señora,
este señor vive aquí? – preguntó un policía acompañado de Zamora.
-
¿Papá, dónde estabas metido? Te estamos buscando hace mas de dos horas.
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