En la Sombra
–Aquí,
como todas las mañanas, compartimos con ustedes la mejor música mexicana y
complaciendo a los oyentes, hoy nos llama Mariela Fouché desde Ciudad Jardín.
¿Qué desea Mariela?
–Deseo
felicitar a mi novio Leonardo Gandía con la canción “Allá en el Rancho Grande”
de Jorge Negrete”
–
Pues aquí le ponemos esa canción que tanto
cantaban nuestros padres.
En
un pequeño poblado un joven escuchaba esa canción. Al terminar de escucharla,
tomó su auto y se dirigió hacia una finca situada cerca de la capital.
¡Buenos
días! Soy el Duque. He venido por el encargo.
La
joven se retiró, sin decir palabras y le entregó un paquete.
–
¡Gracias! Hasta luego!
Después
de recoger el paquete se dirigió a la capital. Aparcó en una calle oscura de
las afueras. Se bajó del auto, abrió el maletero, tomó un destornillador y
cambió la matrícula por otra que traía. Luego se sentó en el asiento trasero y
desenvolvió lo que aquella joven le había entregado. Lo dejó de tal manera que
desde su puesto de conductor podía cogerlo.
Sabía
de antemano todo lo concerniente a la misión que iba a realizar. Aparcó el auto
a una distancia prudencial del Palacio Presidencial. Desde allí no despertaría
sospecha y lograría su objetivo. Cogió el lanzacohetes RPG-7 y apuntó hacia la
oficina del Presidente. Disparó y se marchó apresuradamente.
–
¿Qué fue esa explosión? –le preguntó la
madre cuando llegó a la casa.
–
Nada, madre. Debe haber sido algún cohete
de fuegos artificiales.
Pocas semanas después, el
joven escuchaba el programa musical de su preferencia.
–
Hoy nos llama una joven, desde Las
Barrancas, que quiere felicitar a su padre por su cumpleaños. ¿Su nombre, por
favor?
–
Lucrecia Pérez
–
¡Bien, Lucrecia! ¿Con que canción quiere
complacer a su padre?
–
“La Tertulia” por Pedro Infante.
–
Pues bien, complaciendo a Lucrecia, “La
Tertulia”
Al otro día temprano el
joven tocaba a la puerta de Julia Montenegro. Le abrió la puerta un señor de
unos 80 años
–
¿Qué desea?
–
¿Esta es la casa de Julia?
–
Si, señor.
–
Yo soy el Duque. Vine por el encargo.
El señor se retiró y poco
después regresó con una bolsa de tela conteniendo algo pesado.
–
Tenga cuidado, Duke
Esta vez se trataba de
volar un puente. Siempre con la “mercancía” se le explicaba el objetivo. Luego de
cumplida la tarea, regresaría a la casa y luego, como todas las mañanas
escucharía el programa radial de música mexicana que le revelaba el lugar donde
tenía que buscar los medios para los atentados.
Pcfa
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