martes, 24 de noviembre de 2020

Los Ojos del Niño


 

                                      Los ojos del Niño

Nunca debemos pensar que hay algo imposible, que alguien está loco por haber dicho o hecho algo, la inexistencia de personajes increíbles y siempre debemos de percatarnos de que efectivamente tenemos razón, pero siempre una vez que hayamos corrobarado las fuentes  de las noticias o verificado lo que hemos escuchado o visto.

Digo eso porque en un pueblo olvidado, en una época pasada, en un país incierto, sucedió esta historia que les voy a contar.

La familia Decar había recorrido varios pueblos en busca de la solución para su hijo kajai. Al atardecer llegaron a un pueblo que estaba en pleno auge económico pues se había descubierto una mina de diamantes muy cerca y eso atraía a muchísimas personas de todo el país. Un país con una agricultura muy precaria y sin otros recursos naturales.

Sin preguntar dónde podían pasar la noche, localizaron a uno de los tres médicos con que contaba el pueblo.

El doctor, un hombre movido mas por intereses económicos que humanos enseguida dejó entrar a dicha familia.

        ¿Y bien?

          Doctor, como puede usted observar, mi hijo tiene los ojos vendados. No sabemos lo que sucede, pero todos los que logran ver sus ojos, les sucede algo.

          Está gracioso eso. ¿Acaso lanza fuego, rayos, veneno…?

          No, Doctor. Nada de eso.

          ¿Entonces? Vamos a ver esos ojos– Le fue quitó la venda y dejo unos hermosos ojos negros al descubierto– No veo absolutamente nada en sus ojos. Yo creo que ustedes han creado esta historia para hacerse famosos.

          Pero Doctor, es cierto lo que le decimos.

          Está bien. Les recomiendo entonces que vayan a ver a un brujero y hagan el favor de pagarme.

Salieron desalentado. Era el sexto médico que iba a morir, aunque éste, pensaron, quizás tenga razón y debemos ir a visitar a un brujo.

El brujo los recibió con una sonrisa.

–¡Pasen! Me han llegado rumores de cinco médicos que han muerto en circunstancias extrañas. ¿Ayer fueron a ver otro médico?– ante la afirmación del padre, continuó- Entonces son seis.

–¿Cómo usted sabe eso?–preguntó el padre.

–Soy brujo, pero las noticias corren mas rápido que los camellos y las liebres.

El hombre encendió un una tela que cubría un palo y con la antorcha en la mano procedió a quitar la venda al muchacho. Una vez quitada la vela le pasaba una y otra vez delante de sus ojos, la llama de la antorcha. Apagó la antorcha y le dijo que se lavara la cara en un recipiente de barro que tenía encima de la mesa.

          ¡Ya está! Nada de venda y vayan tranquilos para su casa. No sucederá mas nada. Lo he curado. Ese niño no tenía nada, Solamente que gozaba de gran poder de sugestión. Ustedes al decirle esos a los médicos y mirarle a los ojos sin pensarlo estaban siendo sugestionados y luego venía un mal de cabeza o cuerpo y morían.

Efectivamente, a partir de ese día, Kajai fue un niño normal. Logró emigrar y estudió para hacerse un buen psicólogo.


Pcfa

 

 

 

 


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