Siguanea
En
la desembocadura del río San Pedro, en Isla de Pinos, se encontraba un caserío
indio. Sus habitantes se dedicaban a la caza y la pesca entre otras labores.
Las mujeres y los hombres se repartían el trabajo y hasta los niños ayudaban
como si esas labores fueran juegos.
La
aldea tenía fama de tener a las mujeres mas bellas de la Isla, pero sobresalía,
en hermosura, inteligencia y alegría, Siguanea. Había ciertos rumores de que la
joven no era de esa tribu pues decían que la madre, a la cual no se le veía su
vientre abultado, salió a buscar agua y regresó con la niña en los brazos. El
padre había sido atacado por un cocodrilo que se lo llevó al fondo del río y
jamás apareció su cuerpo
Siguanea
tenía muchos pretendientes, pero a ella no le gustaba ninguno. No sentía amor
sino, cariño por ellos y todos los vecinos. El Cacique habló con la madre y le
informó que en la próxima luna se haría la selección del joven que sería el
esposo de su hija.
Justo
dos días antes de la selección, llegaron a la aldea tres jóvenes procedentes de
una tribu del norte de la isla para intercambiar anacardos y productos
artesanales por jutías y pescados. Uno de ellos, llamado Tubeco, fijó su mirada
en la bella joven. Al enterarse de la proximidad del evento de la selección
para el casamiento y sin pensarlo dos veces, se dirigió al Cacique y le dijo
que deseaba participar como candidato. No hubiera ocurrido nada si no fuera
porque Siguanea había sentido, por primera vez, como su corazón latía
fuertemente cuando su mirada se cruzaba con la del joven visitante.
Sintieron una atracción
tan fuerte que concertaron una cita en la ladera del cerro cercano y se
entregaron al amor con todos sus deseos. Dicen que esa noche, cuando estaban
acostados y abrazados, después de consumar el momento divino de sus vidas, se
desató una tormenta como presagio a lo que vendría.
La selección consistía en
la lucha cuerpo a cuerpo y el que ganara se quedaría con la joven. Los seis
contendientes se fueron enfrentando hasta que quedaron Tubeco y Siney. El joven
local era considerado el hombre mas fuerte de la aldea y el foráneo mostraba
una musculatura impresionante. Mientras la lucha se desarrollaba, Siguanea era
presa de una intensa fiebre y temblores en todo el cuerpo. Cuando todo parecía
que el ganador sería el visitante, Siney le destrozó el cuello. Una exclamación
unánime, se sintió en toda la aldea. La gente vitoreaba al vencedor el que iba
a casarse con la joven recluida en su bohío. Ella se imaginó el desenlace al
escuchar la algarabía de su pueblo. ¡No quería ser de nadie mas! Sabía que las
leyes de la aldea la obligarían a compartir su vida con un hombre que no amaba
y tomó una decisión. El ruido producido por los troncos huecos y cueros de animales
no permitió escuchar el grito de la joven cuando se enterró una coa en el
vientre.
El
cuerpo de Tubeco fue llevado por sus compañeros para su aldea mientras el de
Siguanea fue lanzado en las aguas de la ensenada donde desemboca el río San
Pedro.
Desde entonces se le
conoce como Ensenada de Siguanea y la playa junto al Hotel Colony se le puso el
nombre de Paya Roja porque dicen que cuando lanzaron el cuerpo ensangrentado de
la joven al mar, las olas tiñeron de sangre las arenas de la playa.
Imagen: Archivo de Oliver
Carralero
Autor: Pedro Celestino
Fernández Arregui
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