─Si, señora. ¡Monte!
Cuando la señora entró, el
niño estaba sentado comiendo mamoncillo. Había entrado por la ventana.
─Señora que el niño no tire
la cáscara al suelo, por favor.─No se preocupe. Yo me encargo
Apenas tomé la carretera
siento algo que me golpeó la cabeza con fuerza. Una pausa y otro golpe. Dos
minutos y algo me pasa rozando la oreja y da contra el parabrisa. ¡La semilla
de un mamoncillo! Detuve el auto. Miro hacia atrás y la señora dormida con la
boca abierta. Regañé al niño y le dije que si lo volvía hacer lo iba a dejar en
medio de la carretera.
Todo iba bien hasta que sentí
otro golpe. Frené bruscamente. La señora no se movió y parecía más dormida aún
y comenzó a roncar con fuerza. Miré directamente a los ojos de aquel angelito y
le dije:─Me lanzas otra semilla y te llevaré a mi casa para que veas lo que he hecho con los niños que, como tú, me tiraban cosas. Mi mujer es bruja y los convirtió a uno en ratón, a otro en gato y al mas grande, así de tu tamaño, en perro. Ahora ese muerde al gato y el gato persigue al ratón y nos sentamos a reírnos de ellos.
Extraje de la guantera unas fotos de animales, perteneciente a mi hija veterinaria y les enseñé la foto de un ratón, un perro y un gato. Y le dije como se llamaban los supuestos niños.
─ ¡Eso es mentira!
─Pues te llevaré para que lo puedas comprobar con tus propios ojos eso sí, no podrás salir mas de allí porque mi mujer te convertirá en un ternerito y a tu mamá en una vaca.
No sé si de verdad cogió miedo por el cuento o por la cara de terror que le puse, pero todo el resto del camino, el angelito ni se movía, ni comió más mamoncillo.
Cuando se bajaron del auto, el niño me miraba con temor y le dije a su madre:
─Señora, estoy regalando un gato y un perro.
Ella sonrió y me preguntó, ¿Y el ratón? Me guiñó un ojo y se marchó sonriendo mientras el niño, a cada paso, miraba hacia mí.
Pedro Celestino Fernández Arregui
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