El Señor
Invisible
– ¡Hola!
– Buenos
días. ¡Siéntese, por favor! Así que usted se llama Joaquín Cerebro Grande –
dijo el doctor después de esbozar una sonrisa y prosiguió– Es curioso.
– Sí,
dice mi madre que su apellido es el # 451 de los apellidos comunes en España.
El de mi padre si es menos común. En Foggia (Italia) hay tres individuos, en
Takapau (Nueva Zelanda) uno y el mío aquí en Madrid.
– Pues
es curiosa la combinación. ¿Qué problema tiene?
– Doctor,
mi problema es que a veces me hago invisible.
– A
ver. ¿Usted está seguro que se hace invisible?–dijo el doctor mirándolo fijo y
tratando de averiguar si estaba bajo los efectos del alcohol o estupefacientes.
– Sí,
estoy seguro.
– ¿Cuándo
se hace invisible? ¿Cuándo lo desea?
– No,
Doctor. Sólo cuando me siento presionado, en peligro o algo así.
– ¿Se
desaparece el cuerpo con ropa y todo?
– Sí
– ¿Y
cuándo vuelve a “aparecer”?
– En
cuanto me siento tranquilo, en calma.
– El
caso de usted hay que estudiarlo. Lo voy a citar para la semana que viene.
Llamaré a varios especialistas para ver si entre todos podemos resolver su
problema. Estará presente un Psiquiatra, claro que no es porque usted esté mal
sino, porque saben mucho de esas conductas. También vendrá un neurólogo, un Parapsicólogo
y un especialista en mística. Además, como es un caso extraordinario,
invitaremos a Iker Jiménez del programa Cuarto Milenio.
– Doctor,
¿Usted cree que la semana que viene no vuelva a ponerme invisible? Es que me
preocupa, sobre todo con mi novia. Usted sabe, uno de sea acostarse con su
novia y no he querido hacerlo por miedo a que me vuelva invisible al hacer el
amor. ¿Usted entiende?
– Sí,
claro me imagino que su novia se quedará en blanco. Aquí tiene la citación y el
costo. La chica que está afuera, anotará su nombre en el libro de registro, le
cobrará y le hará un factura. Le voy a cobrar solo doscientos euros. La semana
que viene pagará el resto que será unos mil euros, pero no se preocupe. Lo
puede pagar en cómodos plazos.
– No
importa, Doctor. Me han visto distintos especialistas de hospitales y no me han
detectado nada y hasta han querido ingresarme en un psiquiátrico. Un amigo me
recomendó que viniera a verlo porque dice que los médicos y clínicas privadas
son mejores.
– Nos
vemos la semana que viene.
Una
vez el paciente se marchó, el Doctor sintió hasta fatiga. Se secó el sudor y
salió.
– Elisa
si cuando llegue el próximo paciente no he llegado, por favor, entreténgalo que
voy a tomarme un café porque este paciente que acaba de salir me ha dejado
loco.
– Doctor,
por aquí no ha pasado nadie en toda la mañana.
– ¡Mierda!
Pcfa
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