Equivocado
Entraron
a la cafetería, como todos los días, cuando terminaban de trabajar. El camarero
se les acercó para tomarle el pedido.
–¿Qué
les pongo? ¿Lo mismo de siempre?
El
de mayor edad, un señor con un bigote enorme, contestó.
–A
mí no. Solo quiero una cerveza. No estoy bien del estómago.
–¡Muy
bien! Entonces sandwich mixto y cereveza para los demás –dijo el camarero y se
retiró.
Un
joven pelirrojo y su rostro cubierto de pecas, tomó el periódico y le mostró a
los demás la portada con la fotografía de Jim Cowly, un jugador famoso de uno
de los mejores equipos del beisbol profesional en los Estados Unidos..
–¡Miren!
¿No se parece a Bob? –preguntó.
Los
demás rieron.
–¡Eso
quisiera Bob! ¿Te imaginas Bob jugando en las Grandes Ligas? –dijo un moreno
alto y delgado.
–No
estaría con ustedes aquí con ustedes. Disfrutaría con mi novia en una Isla del
Pacifico. –contestó sonriendo, Bob.
–Dicen
las malas lenguas, a mi no me crean, que Cowly es gay.
En
ese momento llegó el camarero y depositó en la mesa los bocadillos y las
cervezas.
–¿Desean
algo mas, los señores?
Ante
la negativa de sus clientes, se retiró.
El
pelirrojo dejó el periódico en la mesa contigua.
–Hahora
que hablaste de novia te voy hacer una pregunta. ¿Cuándo te casas? Porque
llevan como cinco año de novios.
–En
Diciembre nos casamos. ¡Señores, una boda cuesta mucho!
–¡Claro!
En invierno es mejor. No se suda tanto en la cama. –dijo el moreno y todos
rieron a carcajadas.
Una
vez terminada la consumición, pagaron y salieron cada uno para sus respectivas
casas a descansar después de ua jornada agotadora.
Bob
tomó su auto y se dirigió a la vivienda de su novia. La invitaría a cenar y
pasarían una noche deliciosa como todas las que pasaba con ella. ¡Como la amaba!
Recuerda cuando la conoció. Se le había roto un zapato y el la ayudó y la llevó
hasta su casa. Desde ese día habían quedado prendidos sus corazones. Pasaba
junto al Estadio de Beisbol y sonrió al recordar la broma en la cafetería. Se
detuvo en el semáforo, justo una calle después del Estadio. Al poner la luz
verde, se disponía a continuar, cuando sintió fuertes golpes en la cabeza y
todo se puso negro.
Dos
horas después, un joven llegaba a su apartamento en un barrio pobre de la
ciudad. El desorden y la suciedad imperaba en auella habitación. ¡Estaba
satisfecho! Había acabado con la vida de aquel hombre que lo había rechazado.
En un papel virtió un poco de polvo blanco e inhaló. Se había enamorado de él
cuando estaban en el Colegio y se lo dijo y quiso besarlo. Recuerda que lo
separó bruscamente y le dijo: ¿No te das cuenta que no me gustas? Yo quiero
a un hombre, no una mierda”. Todavía sentía esas palabras en el oído. Desde
entonces juró que se vengaría. Encendió la televisión y se quedó paralizado. En
la pantalla estaban entrevistando a Jim Cowly. Gracias a un jonrón conectado,
su equipo había ganado. Apagó la tele con rabia.
–¡Mierda!
¿Entonces, a quien maté?
Autor:
Pedro Celestino Fernández Arregui
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