martes, 20 de agosto de 2013

LA VIOLACION


                                      La Violación      
 La familia de Joaquín estaba pasando por problemas económicos y decidieron enviarlo a estudiar con sus tíos que tenían una posición social casi por encima de la clase media e incluso pensaban hasta cambiar de auto y abrir otro negocio.
A Joaquín no le gustaba la idea por dos razones principales: sus tíos eran muy aburguesados y su primo era un antipático. Pero no había opción, contaba con siete años y tenía que obedecer.
Apenas dos días antes de comenzar el curso escolar llegó a la casa señorial de sus tíos. Su tía política, fea, regañona y de muy mal carácter, lo recibió amablemente le presentó la mucama y dirigiéndose a su hijo, le dijo: Felipito, llegó tu primito. Ahora tienes con quien jugar y la van a pasar muy bien porque ustedes se llevan de maravilla ¿No es cierto Joaquín? Joaquín asintió con la cabeza y floreció en sus labios una sonrisita maliciosa.
Joaquín había sido creado en la soledad, lejos de otros niños, sin hermanos, sin televisión y apenas un juguetico que le traía los Reyes. Esa forma de vivir y la poca atención de sus padres enfrascados en sobrevivir en un mundo que los atenazaba para arrastrarlos a la pobreza extrema, lo hicieron tímido y reservado.  Por tal motivo se sentía en casa de su tío como un extraño y solo jugaba con su primo cuando éste se lo pedía. La mayor parte del tiempo se sentaba en la sala a ver a Batman, Hopalong Cassidy, el Llanero Solitario y los dibujos animados en la televisión.
  Cuando los tíos salían a cenar afuera, a un cabaret o compartir con amigos, venía una niñera a cuidar a su hijo y ahora también a Joaquín. La tata era joven, tenía un rostro angelical y bonita figura. Claro, Joaquín no le prestaba atención a estas cualidades y más bien no le gustaba porque los obligaba a dormir temprano. Un día comprendió  porqué de esa insistencia en acostarlo, apenas se iban los tíos. Un joven aparecía como por arte de magia en la puerta de la casa, comenzando los besos y los toqueteos desenfrenados.
Una noche, después de haber visto una película de Drácula, Joaquín no lograba conciliar el sueño y los resoplidos, jadeos y suspiros amorosos de la niñera y su Don Juan contribuían a que los ojos del niño estuvieran más abiertos que de costumbre. Al fin, sintió cerrar la puerta y el sonido de unos pasos que se acercaban. Pensó que a partir de ese momento podría dormir, pero se quedó desconcertado cuando la joven se introdujo debajo de la tela mosquitera que cubría su cama. No sabía cuál era su intención pero se iba poniendo rojo según le bajaba el piyama e inmediatamente ella se subía aquella saya ancha de colores. Tomó con sus femeninas manos el pene pequeñito y un poco nerviosilla se lo introdujo en su vagina. El chico fingía estar dormido y se dejaba hacer. A él le gustaban los movimientos de ella y le daba una sensación que jamás había sentido. La chica llegó al orgasmo y rápidamente limpió con su ropa las partes íntimas del chico, salió de la mosquitera y se fue a dormir.
Ese suceso ocurrió una sola vez, pero lo suficiente para dejar su secuela en aquella mente tierna con respecto a las cuestiones sexuales. El trauma se manifestaba todas las noches, cuando esperaba que la joven volviera a su cama y hasta se la imaginaba repitiendo la operación de aquella noche. Desde entonces, todas las noches fueron inolvidables para él en casa de sus tíos ya que apenas dormía esperando la mucama.

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