Lleva
sus zapatos rojos
la
licra bajo un vestido
y
un sombrero colorido
quiere
taparle los ojos.
En
el piso, está a su lado,
Un
bolso. Espera monedas
Pero
me da mucha pena
Verlo
triste y desolado.
Una
pequeña bocina
hace
escuchar melodías
Y un día tras otro día
sus
vecinos, coinquilina.
Mueve manos delicadas
Con
suavidad y elegancia
repartiendo
la fragancia
En
dosis proporcionadas
Siente
en aquel piso frío
Un
escenario ideal
Ella
tiene que bailar
Con
elegancia y con brío.
Interpretando
un bolero
Con
cadencia en las caderas,
Su tristeza muy sincera
Con
un tango arrabalero.
Sus
manos se mueven solas
Las
piernas son filigranas
la
elegancia palmesana
Al
ritmo de suaves olas.
El
Sol, sin prisa, bajando
las
monedas han caído
ella
es un ser poseído
Que
siempre sigue bailando
Al
final, se ha detenido
No
muestra cansancio alguno
¡Es
fuerte el poder hembruno!
por
eso se ha mantenido
Quizás
regrese mañana
tal
vez nunca la veré
Yo
de nuevo allí estaré
bailarina palmesana.
Autor:
Pedro Celestino Fernandez Arregui
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