Cuento basado
en una leyenda de Mallorquina
Los Prisioneros
En un calabozo de Madina
Mayurca se encontraban diez y seis hombres de distintas edades y de distintas
profesiones. Habían cometido el delito de estar contra el dominio extranjero
sobre su isla.
–¿Crees que Jaume I nos
liberará? –preguntó un señor de barba y cabello blanco.
–¡Estoy seguro! –contestó
un joven semidesnudo recostado a la pared.
–Quiera
Dios que así sea. Quiero casarme con mi novia. Teníamos todo preparado.
–manifestó otro joven abrazado a los barrotes de la puerta y observando el
oscuro pasillo.
De
pronto se escucharon disparos de cañón y soldados corriendo por el pasillo. Los
prisioneros se pusieron todos de pie y se acercaron a la ventana para poder
escuchar pues era imposible mirar por ella debido a la altura donde estaba
situada.
En
pocos minutos un grupo de soldados abrieron la puerta y les ordenó salir de uno
en uno. Según salían, se ataban con cadenas en los brazos y en los pies. Todos
los prisioneros esperaban lo peor. Fueron sacados y colgados de la Muralla que
protegía la ciudad. Las intenciones podían ser que fueran asesinados por los
propios atacantes o que se apiadaran de ellos y desistieran de atacar la
Ciudad.
–¡No
llores! –le decía un prisionero colgado a su derecha
–No
lloro por mí. Lloro por Juana. ¡Estaba tan ilusionada con nuestra boda!
–Tengo
dos niños de dos y cuatro años. ¡Como sufrirán al saber que su padre no
regresará jamás!
–¡Recemos!
Sabemos que nuestra suerte está echada. Pidamos a Dios que Jaime I logre
liberar la ciudad. Al menos, serán libres os demás.
Las
tropas de los atacantes se acercaban con valentía y llenaba de orgullo a
aquellos prisioneros que colgaban de la muralla. Otros, con los ojos cerrados,
esperaban la muerte. Una muerte horrible a manos de sus propios libertadores.
Después
de un tiempo sufriendo esa tortura vieron como sus opresores izaban la bandera
blanca y se rendían.
En
cuestión de minutos fueron liberados los prisioneros. Todos agradecieron a Dios
estar vivos. ¡Ninguno había sido alcanzado por los disparos!
El
encuentro con sus familiares y amigos fue conmovedor. El joven estuvo largo
rato besando a su novia, el padre abrazado a sus hijos lloraba como un niño.
Algunos no tenían a nadie que os recibiera pero llevaban en su rostro la marca
de la felicidad.
(Madina
Mayurca fue el nombre que tenía Palma de Mallorca cuando estaba ocupada por los
musulmanes)
Pedro
Celestino Fernández Arregui
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