Diálogo
Trascendental
—
¡Hola! Como siempre, estarás detrás de los demás.
—
¿Y tú, no?
—
Yo trato de que la gente entienda mi importancia pero no le hago daño a nadie.
—
¿Te lo crees? Cuanta gente por tu culpa han perdido un amor, una amistad, un
trabajo y la vida.
—
No me hables de perder la vida
—
Hay gente que me llama y los complazco. ¡Hago muchos favores!
—
¿Le llamas favor a convertir a alguien en un cadáver?
—
Yo no convierto nada. Todo llega cuando tiene que llegar.
—
¿Ves aquel anciano? Tiene noventa años, una enfermedad incurable y está rodeado
de soledad y lleno de vacío. Tú has tenido la culpa de gran parte de su
situación y yo le haré un favor.
—
¿Tengo culpa?
—
Sí, has estado mucho con él, su enfermedad también es tu responsabilidad porque
no tenía que dejarlo fumar durante años.
—
Pero tú no puedes hablarme así. ¿Qué sucedió con el niño inocente que atropelló
un coche? No escuchaste los lamentos de
su madre y las plegarias a Dios. ¿Dónde
estaba cuando aquel infeliz lo estaban torturando y te llamaba
desesperadamente?
—
No hay forma de entendernos. Contigo no hay quien pueda, Tiempo.
—
Y tú siempre ganas, Muerte.
Pedro Celestino Fernandez Arregui
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