Lo que puede el amor
Todos
los días, a la misma hora, se sentaba en aquella solitaria roca y se quedaba
embelesado mirando al único árbol en aquella extensa sabana. Los caminantes lo
saludaban y pasaban junto a él como si no hubieran pasado. Hay motivos para que
una persona se abstraiga y renuncie al tiempo y el espacio en que está. Quizás
el tuviera un motivo, pero nadie sabía cuál era.
Muchos
años atrás, siendo un niño, se había enamorado de una alumna de su colegio
rural. La hermosa niña era inteligente y el profesor la quería muchísimo. Sin
embargo, mucho de sus compañeros la maltrataban psicológicamente convirtiendo
su vida en una víctima de un acoso despiadado. No había día que ella no llegara
a la casa llorando y él también. Sufría en silencio el abuso con aquella niña
de rizos dorados que amaba tanto, pero no podía hacer nada contra aquellos que
mostraban su fiereza y prepotencia como una manada de lobos hambrientos.
Un día de mucha lluvia, la niña se refugió en
un viejo establo abandonado a esperar que cesara de llover y poder seguir para
su casa. Tres compañeros de ella llegaron al establo. Apenas la vieron
comenzaron a reírse de su cabello mojado. Trató de abandonar el lugar, pero no
la dejaron salir se abalanzaron sobre ella como fieras sedientas de sangre al
mismo tiempo que él llegaba. Cogió un madero y golpeó con fuerza a los tres
niños que quedaron ensangrentados en el suelo. La niña se había ido.
Fue internado en un Centro de Reeducación de
menores durante varios años. Cuando salió, convertido en un joven fuerte,
preguntó en la zona por aquella niña que había amado en silencio y que deseaba
encontrarla para declararle su amor.
Desde entonces, lágrimas corren por sus
mejillas, cuando todos los días se sienta en aquella roca a contemplar el árbol
solitario donde aquella niña se quitó la vida.
(pcfa)
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